El feminicidio NO es una pandemia

 


Si la cuestión fuera de virología o bacteriana, las feministas habríamos sido capaces de crear remedios, vacunas, hospitales  y solucionado el tema hace un par de siglos. Nada más alejado de la realidad, que esa mirada cuasi biologicista que es inventada, errónea, falsa y además estimo intencional, porque ni bajo los efectos de alguna exótica droga se podría explicar la asimilación o el paralelismo.


Por: Marina Morelli Núñez


En las luchas y en las causas que buscan transformar la sociedad en una más justa, es importante la terminología que utilizamos para denominar, denunciar, conceptualizar o explicar un hecho.  Cuando esas causas hacen a los derechos humanos de las humanas, sabemos de sobra que el lenguaje no es un aliado, más bien, uno de los tantos mecanismos excluyentes que junto a la ginopia, pensamiento dicotómico, trabajo sexuado, ciencia androcéntrica y misoginia - entre otros- se acoplan a la perfección para sostener la cultura imperante de naturalización, banalización y justificación de las múltiples violencias de las cuales son objeto las mujeres.

Cuando la lucha y la causa se enmarca en el movimiento de mujeres y feminista, hay un compromiso o pacto ético de emplear todo nuestro talento y esfuerzo para expresarnos con rigurosidad conceptual al tiempo de comunicar las ideas. La terminología adquiere esa dimensión ética, porque en cada denominación, conceptualización, metodología, descripción o explicación de los hechos que sostienen al sistema, hay vida y entrega de muchas mujeres que nos precedieron. Y no solo hay trabajo, éstas mujeres han pagado altos costos personales, políticos y profesionales para poder nombrar, dotar de contenido algunos conceptos y significarlos. 

No tengo fantasía alguna sobre que “ONU MUJERES- Generación Igualdad” revea el contenido de su política comunicacional, o tenga un posicionamiento  mas respetuoso sobre la ardua labor y el recorrido de un camino largo, empinado y espinado para quienes han trabajado y logrado conceptualizar una de las expresiones de violencia más brutales y trágicas. 

Por ello estas líneas poco y nada tienen que ver con una agencia internacional de gobiernos.

Cuando escribo estas lineas pienso es vos, joven o no, en tus ansias, compromisos y desvelos por cambiar este mundo; en el esfuerzo que le pones en tu día a día por visibilizar la violencia estructural  para erradicarla; en ese íntimo desgaste de cuestionar, volver cuestionar y a cuestionarte cada práctica cotidiana como para intentar parirte vos misma. Pienso en vos, que encontraste en los feminismos, ese conjunto de ideas que pudo explicarte alguna realidad, que te colaboró en que las piezas de este rompecabezas se ensamblaran y que te invitó a formular y formularte una cantidad mayor de preguntas, que las respuestas que te obsequió.

A vos te invito a alejarte de la visión negadora, vulgar y simplona que implica asociar el tiempo complejo que provoca la  Pandemia del COVID19  con la violencia hacia las mujeres, evitando hacer paralelismos que desdibujen algunos conceptos que además de centrales o sustanciales, no existen por arte de magia sino que han demandado décadas de trabajo.

La violencia hacia las mujeres no ha sido, no es y no será una pandemia.

No se trata, ni está asociada a una enfermedad viral ni bacteriana  que afecta a  personas  de una región y se extiende por contagio.  La violencia hacia las mujeres no tiene punto de contacto  que ligue lógica y razonablemente con la viruela, tuberculosis, tifus, cólera y otras enfermedades causadas por virus o bacterias. Si la cuestión fuera de virología o bacteriana, las feministas habríamos sido capaces de crear vacunas, hospitales y solucionado el tema hace un par de siglos. Nada más alejado de la realidad, que esa mirada cuasi biologicista que es inventada, errónea, falsa y además estimo que es intencional, porque ni bajo los efectos de alguna exótica droga se podría explicar la asimilación o el paralelismo.

Cuando hablamos de violencia hacia las mujeres, se trata de un sistema de opresión que explica, sostiene y perpetúa un orden impuesto que ha cosificado nuestros cuerpos de mujeres y ha valorado a la baja nuestra propia existencia.  Un sistema que explica, sostiene y perpetúa un modelo global que culpabiliza, empobrece, oprime, margina, asesina, invisibiliza, lapida, mutila y silencia a las mujeres. Y este sistema de opresión tiene nombre y se denomina patriarcado.

Hacer un paralelismo entre pandemia y sistema de opresión patriarcal es mezclar chancho adobado con dulce de leche. 

O dicho de otro modo, carece de sentido de sentido lógico, rigurosidad conceptual, atrasa muchas décadas en el desarrollo de pensamiento jurídico feminista y genera peligrosas condiciones para desandar un camino que comenzó en 1976 con Rusell y el Primer Tribunal Internacional de Crímenes contra Mujeres. Y especialmente en nuestro país, ese camino ni siquiera  podemos pensar que culminó con la incorporación del femicidio como agravante muy especial del delito de homicidio, cuando: por un lado las resistencias que existían con antelación a la aprobación a la norma han cambiado  la forma de expresión, pero continúan., sobre todo en los ámbitos académico y jurisdiccional (graves en deficiencias de actos investigativos)  y por otro lado cuando aún impregna en la ciudadanía la idea tan absurda como generalizada sobre que el femicidio es como el homicidio pero de una mujer. Sabemos que es menos que antes, pero aún demasiado lo que nos resta por recorrer.

Cualquier sistema de opresión es difícil de desmontar, porque cada una de sus piezas se acopla a la perfección y sobre todo porque es dificilísimo que las personas oprimidas desarrollen conciencia de la opresión, lo que provoca que culminen siendo enteramente funcionales al mismo. Hay muchos mecanismos que el sistema de opresión patriarcal utiliza, pero me interesa recordarte el de cooptación o apropiación del lenguaje, con la única finalidad de vaciarlo de contenido y significado, luego escupirlo en cuanta cara puedan para que el sinsentido y el sin valor queden instalados. En la coyuntura actual -con grupos conservadores, negacionistas y fundamentalistas religiosos  dispersando discursos de odio, operando de manera organizada desde diversos ámbitos de poder público y privado- ya están dadas las fuerzas retardatarias a las transformaciones profundas que buscamos.  

A vos te pido que no les colabores en nada, que cuando te llegue el discurso en formato gifs, placa, video o lo que fuere, te tomes mas que dos segundos en hacer click. En resumidas cuentas, necesitamos distinguirnos, porque las causas que nos inspiran son distintas, el quehacer de quienes nos precedieron es de una riqueza invaluable, los objetivos son diferentes y nuestra terminología para expresarnos también.

No permitamos que los conceptos sean vaciados de contenido y significado.


Comentarios

  1. Excelente Marina, tanto el análisis como el consejo. Admiro tu claridad de expresión. Gracias x saber decir. Un abrazo

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