Justicia - Explotación sexual de niños, niñas y adolescentes.








Ponencia presentada en la MESA DE DEBATE sobre Justicia en Uruguay para las niñas, niños y adolescentes víctimas de explotación sexual.








Por: Marina Morelli Núñez.

La Mesa de debate, se titula “Justicia para niñas, niños y adolescentes”, lo que constituye una excusa perfecta para poder reflexionar en torno a la realidad, y también a lo que la justicia puede llegar a significar  para la vida de algunos humanos y humanas.

En la explotación sexual comercial de niñas y niños y adolescentes, convergen múltiples formas de violencias, todas ellas criminales y merecedora de un franco repudio. La dimensión jurídica de estas situaciones, suele usualmente centrarse en la arista formal que se conecta, las más de las veces, en la respuesta estatal concretada a través de la promulgación de normas que atienden la prevención, intervención y erradicación de la explotación. Lo que debemos tomar en consideración es que la dimensión jurídica comprende, pero supera ampliamente la cuestión estrictamente normativa.

Hablar hoy de justicia, requiere previamente hablar de realidades.

Uruguay es un país en el cual hoy, los adultos negocian cuánto vale, que precio tiene abusar sexualmente del cuerpo de las niñas, niños y adolescentes, como si fueran una mercancía. En todos los casos negocian sus cuerpos y con ello, negocian su vida, su dignidad, su privación de derechos, su presente y así sellan los futuros. Porque es verdad que cuando somos niñas o adolescentes hay muchos futuros posibles para nosotras. Pero también es cierto que esos futuros de libertad, desarrollo y dignidad son menos probables, cuando en la época de nuestras vidas en las que más necesitamos ser protegidas, somos objeto de abuso y explotación.

Vivimos en un país en el cual se pactan precios por los cuerpos de nuestras niñas, niños y adolescentes. Donde hay clientes que los compran y pagan; otros que los venden y lo cobran, hay comisiones e intermediarios. Vivimos en un país, en el cual este tipo de transacciones se realiza con la misma facilidad con las que ustedes y yo, vamos a un local de cobranza a pagar la luz y el agua. 

Nos rodea un Uruguay repleto de pequeños pueblos. Y nos enorgullece que en cada uno de esos pueblos  exista una Escuela Pública. Pero parecería no preocupar demasiado que en cada uno de esos pueblos exista  una “Cantina” en la que se reclutan adolescentes para ser explotadas, poniéndolas en un rol de servidoras sexuales a todo aquel locatario o que esté de paso por el lugar. Tampoco nos preocupa demasiado, que exista un cartel de bienvenida en la Ruta Interbalnearia justo en el acceso a un balneario uruguayo de glamour internacional, donde se publicite un  prostíbulo, en el  cual hay muchas jóvenes, hasta hace días adolescentes.

Nuestras comunidades no están exentas de esos “tíos”  o “abuelos”, siempre postizos  que de un día para el otro son convivientes de niñas, niños y adolescentes, que han llegado a sus hogares,  para allí quedarse. Detrás, arreglos con las familias, cuando la hay. Arreglos que podemos traducir en pagos, en dinero o en especie.

No nos faltan casos en los cuales, las niñas, niños y adolescentes se encuentran institucionalizados por muy diversas causas, y aun estando a resguardo de la institucionalidad, con mucha facilidad se los retira de algunos hogares para ser explotados sexualmente. Y luego regresan a vivir sus días en la supuesta normalidad institucional, para que llegue otra noche. No podremos imaginar jamás, desde nuestros cómodos lugares, la oscuridad, desamparo, opresión y soledad que durante esas noches se vive.

Me preocupa y ocupa, saber que en virtud de complicidades varias y de omisiones institucionales, la mayoría de los casos de explotación sexual comercial ni siquiera llegan a ser judicializados.

Será por la necesidad de encuadrar  los hechos en la justa realidad, que opto por resaltar los hechos que se suceden en nuestro Uruguay. Y lo hago con dos convicciones: La primera es que la explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes constituye una grave vulneración de derechos humanos, que cuestiona hasta los cimientos mismos de la sociedad que estamos construyendo día a día. Y la segunda y aún más firme convicción, de que la verdadera dimensión de los derechos humanos, no está en la letra fría de la ley, ni en los tribunales, ni en los elegantes discursos de los políticos o gobernantes, sino en la diaria: en el día a día de las personas. Y es justamente en éste plano, en el cual Uruguay tiene los mayores desafíos.

En 2002 un docente universitario declaró en un expediente "...Esto para mi es muy perjudicial y las consecuencias son descomunales, soy grado cinco en Fac. de Derecho, Universidad Católica y además de otras actividades que tengo, es una cosa descomunal..." . Seguramente usted se incline a pensar que las expresiones refieren al robo de la computadora o libros, imprescindibles para el desarrollo de su tarea docente.  Se equivoca usted.  La declaración se hizo en el marco de una investigación penal, porque fue encontrado una noche y en las cercanías de la iglesia del Cerrito de la Victoria, manteniendo sexo oral  con un adolescente que presentaba un nivel intelectual descendido, problemas de motricidad, dificultades de expresión, y a quien había subido a su auto algunos minutos antes.

Octubre 2012 La Justicia procesó con prisión a una pareja de Tacuarembó como autora de un delito continuado de “contribución a la explotación sexual de personas menores de edad” y dos clientes también fueron a la cárcel como autores de un delito reiterado de “retribución a personas menores de edad para que ejecuten actos sexuales”. Las víctimas eran dos adolescentes, que debían estar a resguardo del INAU, pero no lo estaban porque se habían fugado. Habiendo sido violadas y obligadas a  prostituirse por esos padres, fueron internadas y ya en fuga, presa fácil de otros adultos que en enero de 2014 habían reclutado a siete menores de 18 años para su prostitución en Punta del Este.

En diciembre de 2013, la prensa uruguaya daba a conocer que la Comisión de Constitución del Senado rechazó la propuesta de juicio político al intendente de Paysandú, por la reunión en “La casita del parque”, propiedad de la comuna en la que hubo explotación sexual de menores.

Y en esa misma época, tomamos conocimiento que el INAU pedía al Juzgado de Crimen Organizado que se investigara la muerte de una adolescente que había sido víctima y además declarado en un expediente de explotación, dado que murió electrocutada por una heladera que al ser periciada, aparentemente no tenía potencia para electrocutar una mosca.

Tranqueras es un pueblo que tiene 180 habitantes. En diciembre de 2014, la gente declaró estar sorprendida y no tener la menor idea de lo que sucedía, cuando comenzaron los procesamientos de varios clientes y la dueña del almacén-bar del pueblo que, convocaba su local a dos niñas de 12, una de 13 y una adolescente de 16 años, a través de mensajes de texto.

En diciembre de 2014 el parlamento uruguayo estuvo a punto de aprobar una reforma del código penal, mediante la cual se exigía el ánimo de lucro en los explotadores. Lo que dejaría impune un gran número de conductas que se ejecutan en torno a la explotación.

En marzo de 2015, la Justicia de Maldonado procesó a cuatro personas por la explotación sexual de una adolescente de 14 años, que se encontraba  internada en un hogar del INAU.

Y la referencia, tiene que ver con que usualmente cuando pensamos en estos casos, tendemos a la errada idea, de ubicar las cuestiones en algunos sectores sociales puntuales, que nunca coincide con los nuestros; o con alguna ocupación especifica que por suerte tampoco coincide con las nuestras. Y ese pensamiento, además de equivocado, facilista e incluso sanador de las múltiples complicidades y omisiones que hay en todos lados, no permite realizar un diagnóstico correcto de la realidad uruguaya; y en consecuencia el abordaje será parcial.

Considerar que en la explotación sexual comercial de niñas niños y adolescentes, participan por acción u omisión: los lujosos y exclusivos hoteles cinco estrellas, las cantineras y cantineros de los pueblos, las familias, quienes dan carta blanca a que se instalen en el país emprendimientos industriales de gran porte – sin tomar una sola medida de prevención- , los camioneros, las instituciones que deben proteger  a través de funcionarios estatales, empresarios, docentes, políticos que tienen a su cargo la honorable tarea de gobernar: quizá coadyuve para contar con una apreciación de realidad, de la cual surja una respuesta más acertada, por lo menos.

Descorrer algunos velos, es menos doloroso que necesario.

En este  marco de realidad,  hablar hoy de  la existencia de JUSTICIA  para niñas, niños y adolescentes víctimas  de explotación sexual comercial, requiere de un alto  grado de hipocresía y ceguera selectiva.

Y se podrá sostener el avance nacional en la aprobación de normativa específica, el aumento en las denuncias e incluso los procesamientos de algunos responsables. Pero, ello no es suficiente para que hoy podamos hablar de la existencia de JUSTICIA.

JUSTICIA es otra cosa y coincide con el faltante.  Por eso, me parece que es imprescindible  el compromiso de las personas de mujería y hombría de bien. Porque para que exista Justicia en el futuro, para que sea una realidad de los que vendrán, es necesario hoy trabajar desde muchas perspectivas. Para que al fin y al cabo, haya gurises y gurisas, que sepan que en otro tiempo hubo quienes pensamos que podía existir una mejor realidad para ellos y ellas.

Y esto nos docnduce a la tarea, nada fácil, desde la perspectiva jurídica, de poder cuestionar cuestionarnos.  Porque la noción de Justicia ha estado presente desde el pensamiento griego anterior a Sócrates, pasando por los juristas romanos, los iusnaturalistas y los positivistas todos nos aportaron una idea, un pensamiento y un argumento de lo que en el mundo de del derecho, debemos entender por justicia. Desde quienes entendieron la justicia como armonía social, la justicia como igualdad proporcional, la justicia como ley natural, la justicia como utilidad agregada en términos de felicidad, la justicia como la perpetua voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde y la justicia como equidad, en términos de igualdad de oportunidades y el principio de las diferencias. 

En consecuencia, no voy a abordar a la Justicia, desde su conceptualización y clasificación, en mérito a que trata de un tema que ocupado a la humanidad milenariamente, existiendo abundante doctrina que nos permite explorarla desde visiones estrictamente normativas o legalistas, pasando por una visión indispensablemente filosófica que nos conecta con el sentido superior del término. Y cuando me refiero a `superior`, no hablo de nada que esté más allá de nosotros y nosotras mismas. 

En lo personal y básicamente por una cuestión de limitaciones, reconozco que no tengo nada que aportar a tan distinguida, histórica y elevada producción de pensamientos filosóficos. No son ellos, ni sus discusiones las que me inspiran hoy. 

Hace ya muchos años leí un alegato previo a una previsible condena, que me obsequió la maravillosa posibilidad de comprender algo más. En aquel alegato se decía: “ el problema de la Justicia es eterno, y por encima de las opiniones de los jurisconsultos y teóricos, el pueblo tienen de ella un profundo sentido. Los pueblos poseen una lógica sencilla pero implacable, reñida con todo lo absurdo y contradictorio. El pueblo aborrece con toda su alma el privilegio y la desigualdad. Sabe que la Justicia se representa con una doncella, una balanza y una espada. Si la ve postrarse cobarde ante unos y blandir furiosamente el arma sobre los otros, se le imaginará entonces como una mujer prostituida esgrimiendo un puñal. Mi lógica es la lógica sencilla del pueblo”. 

Y con esa lógica sencilla, es que refiero  a la necesidad desde el campo jurídico, de  analizar las normas y su práctica, para conocer, comprender y estudiar la manera en la cual se constituyen las injusticias hacia  las víctimas de explotación sexual, en la aplicación de reglas formales e informales, explícitas, e implícitas, que en definitiva, son parte de la naturaleza de toda institución; así como el   complejo entramado de prejuicios que subyacen en algunas resoluciones judiciales y justifican ideológica y culturalmente la explotación.  

Avanzar en la búsqueda de justicia nos compromete a plantear el tema desde una perspectiva matizada o con aristas un poco diferentes. Porque la justicia enmarcada en el sistema patriarcal y mercantil, no es más que un producto con valor de mercado. Y de este tipo de justicia contemporáneamente globalizada en nuestros Estados, la casi totalidad de la ciudadanía hemos sido espectadores marginales, por excelencia. Nosotros/as no hemos construido al derecho, a sus institutos, ni a los principios que lo rigen, tampoco hemos construido a los servicios estatales de justicia. 

Nosotros/as hemos sido históricamente excluidas de la elaboración de este producto conocido hoy como justicia. En este contexto de lo que muchos llaman justicia, la visión crítica y la resistencia más que un derecho, parecería una obligación imprescindible de asumir, si de transformaciones estamos hablando. 

El termino resistencia proviene del latín resistentĭa y es entendida como la acción y efecto de resistir. Al recurrir al Diccionario de la Real Academia Española (una no sólo puede reafirmar la misoginia que estructura esa institución) sino también verificar como su definición refiere a aguantar, tolerar u oponerse. En las ciencias sociales, la resistencia puede ser entendida de diferentes modos, pero en general hay un elemento que las une, y es la oposición al status quo. 

Y creo que llegar a este nivel de oposición al orden establecido, con propuestas y acciones claras que nos permitan superar el estado actual, es un compromiso de todos y de todas.

Cuando específicamente de abogados y abogadas se trata, quienes asumen los compromisos son minorías aún dentro de otras minorías.  Las doctoras que me acompañan forman parte de esa minoría. Porque claro está, que abogados y abogadas, no somos formados para ejercitar una visión de crítica constructiva, y menos aún para pretender cambiar el mundo mejorándolo y asumiendo el compromiso ético de que vale la pena, trabajar desde adentro del derecho. Más bien, que somos formados para aceptar la realidad y ser dóciles y meros aplicadores de normas formalmente promulgadas.

Y en otras ciencias, profesiones y ocupaciones sucede lo mismo. Y en las instituciones obligadas a dar respuesta, también sucede lo mismo. Pero aunque minoría somos, habemos muchos en infinidad de lugares, haciendo pequeñas o grandes cosas todos los días, durante vidas.

Confío que en mi país habrá otro tiempo, en el cual se pueda mencionar a la Justicia en relación al tema, sin sentir la omisión y la vergüenza que hoy se siente.

Y para finalizar, lamento no poder hablarles  de la existencia hoy de Justicia en Uruguay, en relación a las niñas, niños y adolescentes víctimas de explotación sexual . Con mi lógica sencilla, no creo que hoy exista.  Esa es la razón.



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