Ingenuidad o Resistencia


Por: Marina Morelli Núñez

No creo en el potencial de la individualidad per se para afectar la realidad transformándola positivamente. Me resulta  como un tipo de especie cercana al concepto de seudo verdad absoluta, que se sostiene en debilitados y putrefactos hilos por quienes tienen  demasiados focos de luz encima,  y  por ello –definitivamente- se creen así mismos unos bien nacidos y honorables iluminados.

Doy fe que una encuentra muchos de esos especímenes en la política partidaria uruguaya. Al intercambiar con ellos, frecuentemente me pregunto, si su objetivo es progresar económicamente ¿ por qué no fundan una empresa? ; si aspiran a una carrera ¿ por qué no van a estudiar?;  si lo que cargan son problemas de autoestima ¿ por qué no se someten a un tratamiento sicológico?, si quieren fama ¿ por qué no se dedican al arte?. En resumidas cuentas, si sus objetivos son superarse o desarrollar al máximo su individualidad ¿para qué involucrarse en la política partidaria?.

Y de tanto preguntármelo en el marco de cuestionamientos más amplios, he concluido que la política partidaria a la uruguaya  resulta un espacio  apto y muy fértil para el desarrollo de la individualidad. Es que todo el sistema que la contiene y sus protagonistas, evidencia una naturaleza meramente electoralista y así declarada. Supongo entonces, que tendrá que ver con aspiraciones o frustraciones en relación a los espacios de poder, minúsculos y mayúsculos a los que se accede a través de cargos electos o de confianza, el status y los beneficios económicos que ello conlleva.

Quizá el aspecto que más rechazo me provoca en los políticos iluminados es su enorme capacidad  de monologar y hacer gárgaras con palabras como democracia, desarrollo, comunidad, bienestar, entre otros, aunque se  den media vuelta y caguen encima de eso.  De verdad, me resulta una especie rara. Se silencian cuando deben hablar, no gestualizan más que falsas sonrisas, acaparan información para usar quien sabe cuándo, saludan afectuosamente a quien no conocen, calculan cargos cuatros años antes de las próximas elecciones, hacen alianza hasta con el más depravado y negocian lo propio con idéntica facilidad que lo ajeno.  

En pocas palabras, digamos que no me caen bien los políticos iluminados que gobiernan para su superación individual.

El asunto es que nunca mantuve contacto asiduo con esta gente `repleta de luz`, excepto desde que asumí el cargo de Concejala en el Municipio de Atlántida. Entonces, de verlos en televisión comencé a cruzarme con algunos de ellos por aquí y otros por allá. 

Si bien pienso que en alguna medida se puede usar la herramienta de gobierno para desmontar el sistema global que lo contiene, eso supone conformarse con alguna que otra reforma. Y aunque no me convence demasiado, acepto que lo vengo intentando de manera muy humilde, acotada por no decir inútil. Por ejemplo, recuerdo haberme fundado en la propia reglamentación municipal para sacar a los gobernantes de su inmaculado encierro en una sala de actos. Para peticionar un trimestre de Sesiones Ordinarias del Concejo en espacios públicos, con la gente rodeando a sus representantes y pudiendo intervenir, mediante el mecanismo de pase en régimen de comisión general. Y claro esta ¿quién se atrevería a votar en contra? Nadie lo hizo. Lo que si sucedió durante todo el trimestre, fue la incomodidad. Nunca nadie me confirmo si esa incomodidad había surgido de carecer de buenos asientos o el aire acondicionado, los mosquitos o la cercanía al pueblo. Por algunos elementos que manejo, me inclino a  pensar que fue lo último.

Es que la democracia representativa tiene incrustado aquello del `Antón Pirulero`, que cada cual atienda su juego durante los cinco años. Y parecería ser lo habitual  y normalmente aceptado que se vuelvan a cruzar representado y representante, durante la siguiente campaña electoral.    Esto coadyuva a comprender aquella incomodidad que nació de las sesiones en espacios públicos. No era campaña electoral y sin embargo eso posibilitó que elegidos y electores se miren, se escuchen, que discutan y formulen planteamientos, criticas, controles, entre otras. Todos incómodos  excepto yo, que evaluaba aquello como quien estuviera viviendo un momento histórico.

Y bueno… hubo un par de intentos sistemáticos para implementar  otra forma de hacer política partidaria. Yo creo que es posible hacer política de otra manera.  La cuestión es que los intentos son tan monumentales como los fracasos.  Sólo puedo intentar, fracasar y volver a intentarlo. Lo he hecho cuantas veces ha sido necesario, aunque hoy me cuestiono si seguir en este intento vale el esfuerzo. No por mí, si vale el esfuerzo en el sentido de lo productivo o improductivo que resulta para nuestra comunidad.

Lo mío no es un rol  de representante política a la uruguaya. Definitivamente,  a esta altura lo mío en el ámbito municipal constituye un estado de resistencia continua, que me valió en los últimos meses la recurrente calificación de ingenua en relación a la política.

Por ahí se ha dicho que pese a los cargos de carácter honorarios, se comenzara a entregar una suma de dinero mensual a los concejales/as. En el colectivo al que pertenezco, hemos decidido que no tomaremos para nosotros un solo peso, pues cuando aceptamos entrar en el proceso de descentralización  entendimos que no se generaba una nueva clase de políticos y que tampoco se encarecía el estado pagando sueldos a nuevos cargos. Se nos ocurrió que si ello llega a acontecer, puede ser una buena idea entregar ese dinero completo a las organizaciones populares o ni siquiera tomarlo. ¿Que me dijeron? Ingenua.

Me electrice cuando tome conocimiento que un hotel de cinco estrellados se instalaría en mi pueblo. Sucede que este tipo de macro emprendimientos provoca impactos negativos a nivel social que se deben prevenir estratégicamente. Y también se debe asegurar mano de obra local no solo para la construcción, también durante el funcionamiento,  el impacto ambiental, en fin... Pensé que seguramente antes que se ejecutara una operación de ese tipo, el Municipio tendría posibilidad de intervención mediante consulta u otro mecanismo. ¿Qué me dijeron? Ingenua.

Cuando escuche hablar de una Casa de la Cultura muy al estilo atlantidense, situada en la zona más top del balneario sobre la rambla, razoné que tendría la oportunidad de aportar ideas para lograr una apuesta por las expresiones culturales que implicarán erradicar esa tendencia elitista que posee mi pueblito. Era evidente para mí, que al ocupar un cargo electivo en el Municipio, tendría esa oportunidad de discutirlo en el seno del Concejo. ¿Qué me dijeron? Ingenua.

Y así, han sucedido otros variados hechos como por ejemplo un desfile cívico militar para festejar el centenario de la ciudad, del que nunca el Concejo Municipal tomó decisión, pese a que las invitaciones que se repartían se hacían en nombre del Municipio. Uno tras otro, se vino el hecho consumado por los iluminados.

Yo no creo que mi relación con la política partidaria sea de ingenuidad. Más bien me inclino a pensar que las individualidades exacerbadas de los políticos iluminados rinden más frutos que mi estado de resistencia a convertirme en enteramente funcional al sistema. Es que todo este  sistema  está montado para su éxito y seguramente nuestro relativo fracaso.

¿Por qué relativo? pues si de lograr las transformaciones se trata, creo en las organización popular por encima de la herramienta de gobierno, así que desde este último espacio se hace lo que se debe hacer sabiendo las limitantes del resultado.

Y quizá, algún día veamos cómo se oscurecen los iluminados ante un pueblo que logre superar el concepto de ciudadanía limitado a emitir el voto cada cinco años y modifique así, la ya tradicional manera de hacer política partidaria en este país.

(entre tanto dejo constancia que no pego ni con moco)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Repudio total a las manchas de la iglesia

De la nube a la realidad

El sistema también mata.Pero nunca lo podemos encarcelar.

Documental Colonia Etchepare

El Amor de una buena Mujer.