ACOSO SEXUAL EN LA UDELAR: sobra discurso falta política de cero tolerancia


ACOSO SEXUAL EN LA UDELAR
Sobra discurso falta política de cero tolerancia


Por: Marina Morelli Núñez

Construir política o hacer como que la construimos

La política de cero tolerancia al acoso sexual esta constituida por un conjunto armónico de al menos cuarenta acciones diseñadas a medida de la institución y aplicadas estratégicamente, con recursos humanos calificados y materiales suficientes.  Esa política no se construye a impulso de buenas intenciones, preocupaciones o buenas voluntades, ni por la alarma publica ante situaciones puntuales, ni es el resultado de negociaciones de derechos innegociables. Por el contrario, se requiere de asesoramiento, conducción externa del proceso que rompa con la lógica del poder y lealtades internas, rigurosidad en el diseño a medida de cada acción y solo así es posible alcanzar un nivel de excelencia que posibilite encaminarse seriamente hacia una política de cero tolerancia que este a la altura de una institución universitaria como la Udelar.

Todo lo demás, es puro discurso.

En lugar de construir esa política, la Udelar se ha embarcado en la técnica del emparchado que ha consistido en generar un par de acciones sin conexión lógica entre sí, de mala calidad, llevadas a cabo a destiempo, sostenidas a impulso de voluntarismo de quienes se posicionan contra la cultura imperante de naturalización y justificación del acoso sexual, sin la legitimación indispensable. Así no se construye política de cero tolerancia, en realidad, esta es la mejor forma de asegurar por un lado, el espacio acogedor para quienes decidan violentar garantizándoles la impunidad y por el otro, la ejecución de violencia institucional para quienes recurran a la interna a denunciar el acoso sexual del cual han sido víctimas.

Es posible, pero es muy poco probable que aspectos tan básicos sean desconocidos por las personas que integran la Universidad de la República, que indiscutiblemente concentra las mejores y más pensantes mentes del ámbito académico nacional.  Habilitar esta probabilidad de ignorancia resulta bastante inocente.  Tiendo a explicar la situación en base a la cultura institucional imperante de aceptación y como los sistemas institucionales suelen crear mecanismos de debilitamiento para esas corrientes que pretenden transformaciones – o dicho académicamente para que no jodan tanto-. Y así finalmente, ese grupo minoritario que invierte tiempo de vida en querer cambiar el estado de situación desde adentro, son habilitadas a funcionar en marcos, espacios y grupos que carecen de legitimación, de recursos, de atribuciones, de competencias y de potestades. En definitiva, es el propio sistema que asegura que no molesten demasiado manteniéndolas ocupadas, que piensen que están avanzando, para luego pasar por un tamiz lo que allí surja y plantar lisa y llanamente la resistencia al avance. Quienes querían desde adentro cambiar culminan siendo enteramente funcionales al sistema, con el achate y mediocridad de quienes se mueven dentro de la estructura publica teniendo a la misma como limitante. Y para este entonces, la institución no arranca desde cero sino desde menos veinte.

La comunidad académica y su hipocresía

Hace diez años que entró en vigencia una norma específica y la Udelar- como cualquier otra institución pública o privada de este país-  carece de una opción legítima de cumplir o no con las obligaciones que la norma pone a su cargo.

Una década después brillan por su ausencia las acciones de mínima tales como:  personal capacitado para aplicar un sistema detección temprana mediante la correcta lectura de indicadores, evaluación periódica del ambiente laboral y educativo, incluir en todas las inducciones al personal y en todos los espacios de bienvenida a las nuevas generaciones información sobre la temática y posicionamiento institucional;  previsión especifica en cada uno de los pliegos de los procesos licitatorios internos y externos; clausula especifica en cada contrato con proveedores; clausula especifica en cada vinculación jurídica con docentes; integración de la temática a los estatutos docentes, de funcionarios y de estudiantes; plan comunicacional diversificado según el público objetivo, poniendo en conocimiento de estudiantes, docentes, funcionarios, proveedores, autoridades públicas y ciudadanía en general, la información suficiente, acabada y adecuada para cada público; plan de contención psicofísica diseñado y establecido con antelación para brindar a las presuntas víctimas contención durante la investigación; crear una comisión  integrada por profesionales de diversas disciplinas y experticia en la materia para ejecutar el  procedimiento de investigación escrito y en el plazo máximo de treinta días (en el ámbito educativo) sesenta días, (en el ámbito laboral), evaluar el riesgo, adoptar medidas de protección y prevención no estandarizadas,, mantener en las más absoluta confidencialidad la identidad de la presunta víctima y de quienes presten declaración, mantener en reserva todas  las actuaciones y recomendar acciones acordes a la resolución emitida;  capacitar al personal sumariante en las aristas especificas erradicando la posibilidad de sanciones que no estén a la altura del derecho humano vulnerado;  entre otras.

Una década después, no alarma lo que debería alarmar: estado de situación, naturaleza de la cultura imperante, incumplimiento sistemático de las obligaciones de fuente legal., cumulo de omisiones y no haber logrado montar un sistema de respuesta mínima.

Impresiona que en realidad alarma a la comunidad académica que algunos  casos puntuales hayan salido a la luz pública y que la gente se pregunte cómo es posible que no sepan prevenir, y cuando pese a prevenir lo suficiente la situación se sucede igual, que no sepan investigar, que no sepan sancionar a quienes acosan sexualmente y que no sepan reparar a las víctimas.

En cualquier institución la violencia sexual como comportamiento y la hipocresía como reacción provocan que se pueda seguir adelante a sabiendas que el acoso sexual se sucede. Así como en las familias todos saben lo que hizo el abuelo, pero se sientan en la cena de navidad a brindar con él, no dejan de invitarlo a la comunión y puede que le toque el discurso en el casamiento del nieto jugando a ser la ´Familia Ingalls´; también en  las instituciones puede no ser ningún secreto lo que hace desde hace mucho tiempo el grado 5 o lo que sucede en determinada cátedra o el matiz de modalidad especifica que se da a la violencia en determinada facultad, o el escribano que cita a sus estudiantes en el estudio particular, pero pueden convivir con ello. Y la hipocresía tiene esas consecuencias, habilita el funcionamiento y acople de lealtades a la perfección y ahí hurgando usted podría hasta llegar a encontrar a la esposa de un acosador sexual publicando artículos académicos contra el acoso sexual, o al representante sindical acosador sentado en una mesa donde se trate la erradicación de la temática o  a quienes se han dedicado durante décadas a cubrir la violencia que otros ejercen decidiendo cual será el mejor instrumento para no invisibilizar. Todo eso y más podría llegar a suceder.

El primer examen que debió haber rendido la comunidad académica es el de la hipocresía. Ninguna acción puede construirse en el marco de una política de cero tolerancia si no se desactivan las lealtades, si no hace énfasis en cómo opera el poder real – no de organigrama- a la interna institucional.  Porque ello, podría conducir a algo tan inaceptable como por ejemplo que la denuncia de una estudiante del interior que reside en una pensión y recibió videos de un compañero de clase masturbándose, amenazándola con violarla y describiéndole como le dolería la penetración vaginal y anal, se demore más de dos años sin resolución, pero la denuncia de una pariente de un ex decano o un docente sea resuelta más pronto de lo que canta un gallo. Y si eso se sucediera, estaría indicando que inmersos en el discurso de ´investigamos y resolvemos´, en realidad se estaría reproduciendo una lógica de poder, que en definitiva, sería exactamente la misma que explica el acaecimiento del acoso sexual. Si no pueden con eso, no pueden con nada. Si danzaran al son de las expresiones del poder en su forma ´mundo de Heidi´ que sería apurar una resolución por un parentesco cercano, ni siquiera es probable que puedan desactivar el ejercicio de poder en el marco de la violencia sexual, porque es muy posible que estén sometidos a esa misma lógica.

El baño de realidad podría llevar a concluir, que es mucho más digno decir a las víctimas de acoso sexual en el ámbito de la Udelar que activen la protección a nivel judicial, no que se embarquen en denuncias internas, porque lisa y llanamente no se posee una política de cero tolerancia.

Que el baño de realidad duele no hay duda. Pero si el énfasis está en la situación de las víctimas y no en la reputación de la comunidad académica, no debería someterse a las personas a una instancia que solo multiplicará daños, la dejará sola con la significativa diferencia de haber puesto palabras la violencia de la cual fue destinataria, con autoridades dando entrevistas a la prensa sobre que hacen y que no hacen en sus investigaciones, siendo que el expediente es reservado, con sesiones de los consejos donde no se adopta el régimen de `secreto`, con actuaciones administrativas que ingresan en el sistema informático con asunto,  nombres y apellidos en la caratula, con meses y más meses que superan en exceso y sin justificación alguna el plazo legal máximo .


El cogobierno como una perversa herramienta

Piense por un ratito que la Udelar toma la decisión de involucrarse en la salud visual de quienes sufren cataratas e integran su comunidad académica. Entonces para examinar la situación forma una comisión que derivará a la cirugía.   Pero en lugar de integrar la comisión con profesionales de la oftalmología especializado en cataratas, resulta que la integra con un representante del orden docente, otro del orden estudiantil, un representante de los funcionarios, un representante sindical de funcionarios del Hospital de Clínicas y  uno de  Federación de Estudiantes Universitarios ¿ Usted confiaría su salud visual en ellos?,  Y si le dicen que tiene que operarse ¿usted sometería sus ojitos a esa cirugía?, y si le dicen que no tiene cataratas ¿ usted dejaría avanzar la ceguera?. Parece una situación surrealista e incomprensible a sabiendas que la Udelar concentra nuestro capital intelectual.  No hay ningún elemento objetivo que permita justificar que la salud visual de las personas no esté en manos de profesionales oftalmólogos y si de representantes sindicales, de gremios estudiantiles y de diversos órdenes.

Resultado de imagen para barbacoa  reunionEso que carece de lógica, de seriedad y es un absurdo, constituye la manera en la cual la Udelar ha conformado su Comisión Central de Prevención y Actuación ante el Acoso y la Discriminación. Sus integrantes no son profesionales de las áreas jurídica, psicológica, social, laboral con formación específica y experticia en acoso sexual, sino que son “un delegado titular, con voz y voto, por cada uno de los siguientes espacios: Pro Rectorado de Gestión,  Comisión PCET-MALUR, División Universitaria de la Salud, Programa de Salud Mental de UdelaR,  AFFUR, UTHC , ADUR, FEUU, Egresados, Red Temática de Estudios de Género de la UdelaR, Cada espacio contará además con la cantidad de alternos y asesores que entienda necesario.  Todos los espacios universitarios relacionados con la temática, que no estén directamente representados en esta comisión, podrán participar de las reuniones y coordinar actividades”.  Es una juntada de barra de la comunidad académica, es una lista más propia de una invitación a compartir un asado el fin de semana en el Balneario Piriapolis, que de una comisión que tiene a su cargo –entre otras tareas- la investigación de situaciones de acoso sexual.

Es el propio protocolo creado por la Udelar, el que encierra a la institución en laberintos que no le permiten ajustarse a la norma y que favorecen que el acoso sexual permanezca instalado. De hecho, cuando toda esa barra enorme de gente sin formación en la temática debe resolver sobre lo que no sabe, es necesario que lo hagan por consenso.  Cualquier investigación sobre acoso sexual tiene por único objetivo el esclarecimiento de los hechos y culmina una vez esclarecidos resolviendo si la situación se subsume o no en la hipótesis legal.

Las comisiones que tienen a su cargo investigar siempre deben contar con un número impar de integrantes. Ello se debe a que no se puede someter eternamente el asunto a discusión. Pura y sencillamente porque hay un plazo legal con el cual se debe cumplir, por lo cual hay un momento para intercambiar y analizar el resultado de los actos investigativos y un momento para decidir. Cuando hay consenso, lo hay. Cuando no hay consenso se vota, y habrá una mayoría y una minoría. Increíblemente el protocolo de la Comisión Central de la Udelar garantiza el sello de impunidad de quienes acosan, ya que Para definir recomendaciones en los procedimientos de acoso y discriminación, la Comisión deberá resolver por consenso”.  La previsión es un ejemplo de cómo se puede crear un instrumento interno para reforzar las fuerzas que impiden se erradique de la institución el acoso sexual.

Mediante un instrumento interno se creó una comisión que, en lugar de estar integrada por profesionales con experticia en acoso sexual, está integrada por una barra enorme de personas cuyo motivo para estar allí es la pertenencia a determinado orden o sindicato, y a su vez es necesario que todas esas personas estén de acuerdo, por ejemplo, en recomendar el inicio de un procedimiento disciplinario a quien acosa. Y si uno de ellos o ellas no están de acuerdo, no se puede hacer la recomendación.

Nada de ello, aminora su gravedad por la existencia de un equipo técnico., meramente auxiliar de la comisión que elabora un informe y se lo acerca. Esa previsión es poner las cosas patas para arriba. Lo gravitante, lo principal, lo sustancial es por arte de protocolo en lo auxiliar.

Así las cosas, planteadas, parece bastante entendible las razones por las cuales la Udelar no avanza, sino que retrocede varios casilleros.

Al haber transitado por la Udelar, la pregunta que me surge desde que conocí el protocolo es: ¿desde cuándo una conquista histórica, una herramienta y un orgullo como el cogobierno se convirtió en una perversa herramienta para vulnerar los derechos humanos de las personas?; ¿que conduce a una persona a aceptar ser parte de una comisión que requiere conocimiento y habilidad específica, sin contar con aptitudes?, ¿qué ética se maneja cuando hay que resolver sobre un tema que se desconoce?, ¿ por qué los órdenes, sindicatos de funcionarios y la federación de estudiantes se involucran en algo así?; ¿ negociaron este protocolo, como si los derechos a los que refieren no fueran indisponibles o irrenunciables?.

En definitiva, una comisión que debe investigar y resolver una situación de violencia sexual en modalidad de acoso en ámbitos laboral o educativo, es en su composición y numero, diametralmente opuesta a lo que prevé el protocolo de la Udelar.

Y también me pregunto, si se atreverían a hacer lo mismo si de cirugías de cataratas  se tratara el asunto.

La ley, guste o no, está vigente.

Cada vez que una institución pública o privada, laboral o educativa, a contra norma se auto inventa una manera de prevenir, intervenir, investigar, sancionar y reparar, está incumpliendo con obligaciones que la ley pone a su cargo y se activa la responsabilidad desde el punto de vista jurídico. Y las víctimas tienen derecho a activar un proceso de protección y demandar la reparación no solo del sujeto activo de la violencia (esto es quien ejecutó los comportamientos de naturaleza sexual), también de la institución.

Es imprescindible que la Udelar recupere los casilleros perdidos y arranque de cero, otra vez, nuevamente, que se permita un baño de realidad, que se despoje de la hipocresía, que reconozca y desactive las lógicas de poder que se ejercen a su interna y que lo haga con seriedad, rigurosidad, recursos humanos calificados y materiales suficientes, sin negociaciones, pensando instrumentos que mejor se ajusten a su realidad con el único objetivo de cumplir con la norma. . Si  el ejercicio del poder a la interna de la academia es tan jodido o si las fuerzas retardatarias son mayores que las ganas de avanzar, es mejor que no exista ningún instrumento, porque la Udelar tiene que cumplir con la ley, con o sin protocolo.

La última década en Uruguay trajo – no por generación espontánea -  una grieta a lo que históricamente fue lisa y llanamente la aceptación a la violencia sexual en esos ámbitos. Quien meridanamente se haya acercado al estudio o la temática de derechos humanos de las humanas, sabe que esa grieta no es asimilable a un cambio de la cultura imperante y que si bien nos da cuenta que algo bueno está sucediendo, no puede conceptualizarse más allá de un incipiente proceso de cambio, que como tal, ya sabemos cuántas décadas – en el mejor de los casos- podrá extenderse en el tiempo.

Hasta tanto eso suceda, también es imprescindible que las víctimas de acoso sexual en los ámbitos laboral y educativo de la Udelar, sepan que no están obligadas a denunciar la situación a la interna institucional, ni someterse a que su nombre esté en asambleas gremiales, ni su caso en boca de autoridades dando entrevistas a la prensa. Si ya denunciaron, no tienen por qué aguardar durante años una resolución que debió adoptarse en un plazo de treinta días (en el ámbito educativo) y sesenta días (en el ámbito laboral), y  deben saber que existen vías judiciales por las cuales buscar protección y reparación.




Para ellas.- Mi reconocimiento a las mujeres que desde hace décadas decidieron transformar la Udelar. A quienes han trabajado y trabajan para cambiar la academia desde adentro. A todas las que asumieron los costos que le depararon las normas informales, esas no escritas que existen en cada institución para las que se atreven a ir a contra cultura imperante. A todas ellas, mi reconocimiento y agradecimiento por atreverse a hablar en tiempos en los que de esto no se hablaba y por haberse atrevido a hacer lo que hay que hacer. Ustedes no son la Udelar, son parte de ella y son todo lo que está bien en esa partecita.  Ya habrán otros y mejores tiempos para quienes vendrán y todas ustedes tendrán  que ver con eso.




Comentarios

  1. Muy buen artículo Marina, gracias. Insisto que debería verlo el Rector porque, con co gobierno y todo...donde manda capitán...los soldados se esmeran en cumplir!
    ...ya que todo sí está escrito, el equipo interventor debería estar en ayunas de asado y RESOVER!...abrazo

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