El Arte de Braulio

Obra de Braulio Vázquez


A Braulio lo conocí antes de conocerlo, y aunque ello parezca una contradicción, no lo es. Cuando llegó a mis manos encarpetada su vida entera, supe de él.  Me enteré del amor  y la revolución que cargaba consigo, por lo escrito en diminutos trocitos de papel, donde enviaba besos, palomas en vuelo, flores con rayitas sin color  y mensajes de tranquilidad.  Me pregunté: ¿ Como pudo dibujar aquello desde el horror  de la tortura y el encierro?, pero no me respondí. Mas o menos creía entonces, que no es buena cosa andar inventando respuestas.

De las carpetas nos zambullimos gustosos en la palabra escrita, que tiene ese valor agregado del sobre que deja el correo. Comencé a comprender que era lo que existía y persistía en su hombría de bien. 

Luego, nos oímos a la distancia, y nos enfocamos en todos aquellos detalles que estaban dispersos sin sentido y obstaculizaban conseguir esa pequeña e insignificante rara especie de justicia que nos tenía ocupados. Cuando las piezas de aquel centro de tortura clandestino, espeluznante ´infierno grande´se acoplaron, supe que mi trabajo comenzaba a culminar. Siempre conduce al dolor salir regresivamente en busca de los recuerdos y tantos detalles. A las victimas sobrevivientes del terrorismo de Estado acaecido en la ultima dictadura cívico- militar en Uruguay, nadie los/as salva de ese paseo ingrato. En un país que seriamente no genera ni sostiene una política pública de derechos humanos respecto del pasado reciente, sólo produce parches, acciones, documentos sueltos, los más extraviados. Ahí donde el Estado debería estar, se paran como pueden las propias víctimas, sus familias y defensores/as. 

A Braulio yo quería ahorrar ese instante en que los olores, los gritos y las imágenes volvían torpemente a inmiscuirse en su realidad.  Pensaba que no valía el dolor, esa resolución administrativa que frecuentemente cae sin martillo y a martillazo limpio golpeando vidas y resolviendo a quienes se reconoce como víctimas del terrorismo de estado y a quienes no.  Y así de relativizada profesionalmente, llegó el día en que el Estado uruguayo reconoció su accionar ilegítimo, su responsabilidad institucional por haber afectado  la dignidad humana de Braulio por motivos políticos e ideológicos.

Nunca antes vi que una resolución impactara así en la vida de alguien. El vivenció la justicia cuando se reconoció su historia  y por suaves momentos, lo que no tuvo sentido pareció ser importante, se hizo real, se hizo palabra y finalmente se hizo vida.

Conocí a ese hombre antes de conocerlo. Ya teníamos un pedazo de camino recorrido juntos, cuando nuestras miradas y el abrazo interminable nos juntaron entre risas y vals, a miles de kilómetros del país de aquel ´infierno grande´,  Y recién entonces pude preguntarle por aquellos diminutos trocitos de papel, donde enviaba besos, palomas en vuelo, flores con rayitas sin color  y mensajes de tranquilidad. Y me confió  las bocas y mejillas donde fueron a parar los besos, los cielos por donde volaron las palomas y me mostró uno a uno los jardines  donde crecieron las flores.

Escribió palabras y dibujó un trocito de papel, doblándolo con la picardía de quien simula la historia y crea vida. Me  lo regaló con un beso . Mi compromiso era abrirlo no antes de andar entre los cielos, con las nubes por debajo, en la altura que nos sostiene un par de turbinas. Cumplí la palabra y al desdoblar el pedazo de papel obtuve mi respuesta. Supe desde entonces, y definitivamente que no es buena cosa andar inventándolas.

El Arte de Braulio, tiene que ver con el amor de un combatiente que no pierde batalla, mientras haya quienes crean que es posible un mundo mejor que el que nos tocó en suerte. Conocerlo: la belleza de un laburo que las más de las veces no abre paso a ese amor que despierta la rara especie de justicia imperfecta y diminuta que las sociedades han desarrollado.

De esos combatientes no hay posibilidad de despedida.





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