Pueblo Chico.


Y no es infierno grande.

Atlántida cuenta con tantos pequeños paraísos  e infiernos como su gente ha estado dispuesta a crear, sostener e incluso erradicar. Un territorio chico, que en unos minutos se recorre y en poco tiempo se conoce. Desde hace dos semanas, intervenciones de radio, cadenas de mails y  titular de semanario local mediante, han dejado en mí la sensación que existe una decidida voluntad de hacernos creer lo que no es creíble.

Estuve pensando que siempre una ideología reaccionariaprovoca añoranza en quienes anhelan recuperar alguna clase de sistema económico, social y  político de otrora, o al menos se conforman revitalizando alguna de sus características.

Se montan campañas de desinformación, confusión y manipulación. Se utilizan inescrupulosamente las emisoras de radio, programas televisivos, cadenas de mails, organizaciones sociales, paginas web, el boca a boca y hasta las intervenciones culturales y sociales revestidas con la cascarita de beneficencia y preocupación por el futuro de la comunidad.

En mi pueblito, como en tantos otros del mundo entero, hay una mezcla profunda de intencionalidades que conviven y que logran delinear con precisión y fineza nuestras formas, maneras, costumbres y anhelos.  Y así, hay un sector pugnando por la recuperación del ‘glamour’ de la década de 1950, y al mismo tiempo sectores preocupados por no ser explotados por aquellos que acumulan riqueza y abonan salarios de hambre a la fuerza trabajadora. En tanto hay personas ocupadas en generar un concurso de jardines, otros agrupándose en fomentos rurales que permitan colectivamente el reconocimiento de una identidad vulnerada. Y también, hay  quienes se ocupan  de las mujeres en los concursos de belleza, en tanto otros se preocupan de las gurisas y mujeres generando cambios sociales incluyentes. Hay quienes conciben a la organización social limitándola a una personería jurídica, y otros que entienden  a las organizaciones de una manera más amplia y más horizontal, sin tanta exigencia formal. Hay quienes sostienen el discurso vacio que la Ruta Interbalnearia une, y otros que asumen que históricamente los del norte fueron postergados, ninguneados, tratados como ciudadanos de segunda categoría, y por asumirlo se comprometen a generar un cambio en la realidad. Y así, convivimos, tolerándonos, construyendo, admirando la diversidad como manera útil de nutrir la construcción indispensable.

En mi pueblo, se conjugan el quehacer diario de miles, que operan en los planos social, político y económico. Eso si, no hay ningún distraído. Hay consciencia y voluntad, algunas veces explicita y en algunas oportunidades por el consenso tácito, no tanto de quienes operan -individual o colectivamente en aquellos planos-, mas bien de otros miles que permanecen en silencio o silenciados por las circunstancias.

Una enorme ventaja es la memoria colectiva que viene atada a esta cosa pueblerina que sobrevive pese a la ya antigua denominación de Ciudad y más novel inclusión en un Municipio. La circunstancia tiene ventajas de las más banales hasta las más serias. Es altamente probable no solo conocernos, también saber  quienes formaron parte de los movimientos más reaccionarios de este lugar y fueron funcionales a un sistema totalitario de  destrucción. En estos lugares, se sabe quienes son los hoy canosos  y ayer integrantes de alguna juventud reaccionaria, también quienes eran los amorosos vecinos de algún torturador que busco refugio en este esplendido lugar, los ñoquis de los gobiernos locales, los que fueron sumariados y expulsados de la función publica por involucrarse en cuestión non santas. Una de las expresiones mas populares en mi pueblo es: ¡Se sabe!.

Ahora bien, si nos identificamos, nos conocemos y reconocemos diversos y nos toleramos recíprocamente todas las diferencias, ¿Porque se montan fantasiosas y espectaculares horda de barbudos con machetes en mano invadiendo el municipio y atentando contra la propiedad privada?, ¿Por qué una organización de fomento libra comunicados de un perfil detectivesco cuasi policial?, ¿Por qué se quiere generar la sensación de inseguridad permanente?, ¿Porque se hace uso de los medios de comunicación para divulgar una especulación?, ¿ Porque surgen paladines protectores de la propiedad privada?, ¿Porque se califica de ‘irregulares’ a ciudadanos y ciudadanas?. Son muchas preguntas y cada respuesta dependerá de concepciones, ideologías, experiencia y en definitiva, modos de vivir la vida.

El Municipio Atlántida es por voluntad del soberano  gobernado por  el Frente Amplio, una  fuerza política de cambio y justicia socialde concepción nacional, progresista, democrática, popular, antioligárquica y antiimperialista. Y esto a los frenteamplistas, nos compromete a hacer sentir nuestra voz y no coadyuvar a aquellos consensos tácitos.

Entonces, parecería casi imprescindible decir lo no dicho: en el Municipio Atlántida no  hay  ninguna horda de barbudos ‘irregulares’ acechando la propiedad privada, ni tomando campos y estableciéndose en asentamientos.

Y sin embargo, si  existe interés en hacernos creer una realidad inventada.

Como para pensar. 

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