Comunidad Kamba-Kua



En la década del 90’ había una Latinoamérica despedazada bajo la dominación de diversos poderes. Por allí, al interior de nuestro continente algunas comunidades resistían a la persecución, a la quita de tierras, a la opresión...  en Bolivia, Chile, Brasil, Ecuador, Argentina, Venezuela, Paraguay.. son solo algunas. Aún continúan en su persistencia de no permitir el exterminio, con esa dignidad de quien lucha pensando en las generaciones futuras.

Una de ellas, provocó en mí la tremenda necesidad y compromiso de pisar sus tierras, vivir en la comunidad, conocer su gente y compartir todo aquello que pudiera. Así pise aquellas tierras coloradas y calientes un primero de enero finalizando la década del noventa.

La Comunidad Kamba Kua, integrada por afro paraguayos y ubicada a unos pocos kilómetros de la capital Asunción en la República del Paraguay, me recibió con la hermandad propia de nuestros pueblos latinoamericanos y aquel pedazo de historia que unía nuestras patrias.

Al regreso, fue un compromiso hacer pública la experiencia, y así sucedió en el Espacio MUJER Y CANDOMBE en el Programa Raíces Negras en ALFA FM, así como en LA REPÚBLICA DE LAS MUJERES y en BRECHA.

Han pasado muchos años y aun pienso y siento que es necesario compartir lo vivido. Alguna mirada complementaria se impone al haber transcurrido el tiempo, sin embargo, opté por respetar lo escrito en su momento.


Marina Morelli Nuñez



Agustina Medina Pereira tiene 84 años y es la mujer mas anciana de la Comunidad Kamba-Kua, integrada por los descendientes de las negras y negros lanceros que junto a José Gervasio Artigas y Ansina marcharon hacia el Paraguay en el episodio que la historia nacional ha denominado el Éxodo de  la Banda Oriental.


En la Guarida de Negros los mayores son valorados al igual que un tesoro. Lejos de poder acceder a la educación formal esta gente ha transmitido oralmente conocimientos de generación en generación, por ello los viejos son los que más saben.

La tierra colorada y la sombra de un árbol de mango fueron el sitio perfecto para conocer a la mujer más longeva de la Comunidad Afro-Paraguaya. Rostro de líneas bien marcadas que el tiempo vivido le ha obsequiado, sus manos y pies deformados por la artritis son una  muestra de la dureza de la vida de trabajo, lucha, sufrimientos, pobreza y dignidad. Se nos presentó con una mirada dulce y profunda que nos atrapó en su viaje por el recuerdo.

"Nuestro papá trabajaba en la capuera y nosotros le ayudamos todos a poner mandioca, maíz, maní. Trabajamos allá lejos (señalando las tierras que hoy son propiedad del gobierno) en nuestras tierras. Todos trabajamos porque antes sí que éramos pobres y faltaba la comida. Todos descalzos porque antes no había para comprar zapatos ni para vestir. Mamá nos cocía en su propia mano ese género barato con el que se hace bolsa y se llama arpillera. Y hacia camisón, saco, traían color y le metían color azul marino, otro amarillo, colorado. Así era. Mamá tenía una cama grande y ahí dormíamos seis y  el resto por otro rincón, y si hacía frío nos tapamos con arpillera también".


NOSOTROS SOMOS URUGUAYOS

Las sensaciones se confunden entre sonrisas, algunas lágrimas caprichosas (de esas que se escapan aunque uno se esfuerza por retener) y una identidad bien definida que siempre permanece  en el lugar donde los mayores son quienes se han encargado de no perder como pueblo la memoria de su origen.

Francisco Pereira a quien llamaban "Pucú", negro de una  altura que superaba los dos metros y con dedos asombrosamente largos en sus manos, "cabrillo" (jefe) de los kamba, fue el tío de Agustina. Hombre valiente que enfrento emboscadas organizadas por quienes no concebían que un grupo de negros estuviera radicado tan cerca de la ciudad de Asunción y además no se doblegaran ante la opresión.

El Pucù llega a su recuerdo " 'nosotros somos negros que vinieron de Àfrica a Uruguay, nosotros somos uruguayos, no somos negros brasileros' así decía mi tío. Y yo cuando niña pensaba ¿cómo vamos a ser uruguayos si  estamos acá? y me enseñaron: porque nuestra abuela viene de Uruguay. Acá se quedaron unos cuantos de esa parte de los uruguayos ,como 80,otros fueron a Laurently y el resto se iba todo a Curuguaty con Artigas .El presidente le dejó ir, seguramente tiene miedo de él"

José Gaspar Rodríguez de Francia concedió tierras para  que Artigas y su gente se radicaran en Paraguay. El miedo que despertaba la delegación llevo a que Francia los dividiera en tres grupos para así debilitar a la masa de negros dispuestos a seguir peleando para hacer justicia. Unos ochenta negros uruguayos quedaron en Loma Campamento, Kamba-kua y la condición impuesta fue el no poder salir del territorio asignado pasadas las 18 horas bajo la amenaza de ser azotado hasta la muerte. También se les prohibió mezclarse con los blancos.

Entre aquellos que en el refugio se quedaron se encontraba la abuela materna de Agustina. Ella se llamaba Bartola Pereira, una mujer soltera de joven edad que decidió junto a sus dos hermanas abandonar todo y acompañar al general del pueblo " Mi abuela Bartola viene de Uruguay con María y Elena, ellas eran hermanas. Yo no la conocí, ella se murió demasiado pronto. Mi mamá dice que nuestra abuela era muy buena y valiente. La tres querían a Artigas por eso se iban con él y dejan todo lo que tienen en Uruguay.



EL TAMBOR

Aquellos uruguayos descendientes de africanos marcharon hinchados de tanto valor y sin propiedad que cargar, sin embargo arrastraron consigo un ritmo que les movilizaba el alma El tambor siempre ha estado presente en la Comunidad Kamba-Kua, su sonido estremeció al mas duro durante los sentidos lamentos que mas de una vez sufrieron los negros. El tambor anunció nacimientos, festejo victorias, despidió a los mayores, dio serenata a San Baltasar. En aquellas tierras encontramos el pre-candombe uruguayo." De Uruguay vinieron con los tambores, mi abuela Bartola era quien tocaba el tambor guazù (grande) acá en el refugio. Así hacían ellos para farrear. Dice que daba gusto escucharla, viene mucha gente, sus vecinos y se hallan y bailan mientras ella tocaba. Nosotros no estábamos todavía, hace pues ciento cincuenta años. Mi abuela tocaba solo con la mano, no usaba palo. Ya de chica luego yo escuche que se llama candombe y se tocaba acá. Luego pitiki. pitiki, pero ya cambio. No es hoy lo que tocaban antes".

En 1920 los kamba aún poseían sus tierras coloradas en una superficie de 100 hectáreas fértiles para las plantaciones de maíz, mango, mandioca, caña de azúcar, maní, chirimoya, mamón, guayaba, coco, entre otras, de las cuales se abastecían para consumo propio. El paisaje entero era del negro, el rojo de la tierra se mezclaba con el verde  que daba las sombras calmantes. Cuando el sol regalaba los atardeceres más rojos y un tambor llamaba todos respondían al encuentro no interesando cuantas leguas debían recorrer a pie. " Cuando la gente escucha el tamboril venían corriendo de todo lado y farreaban. Algunas veces tocaban una noche entera y bailaban. hay muchos que tomaban ese aperitivo y ¡¡ como bailaban !!.Yo era niñita y ya bailaba, todos tocamos también porque mamá decía 'deje que toquen si quieren'. Cualquier día se tocaba. Yo quiero ser joven solo para bailar el tambor porque eso da gusto"


DE LA TIERRA QUEDA POQUITO

La mujer más vieja de  los kamba creció con la libertad de recorrer las tierras que Francia había otorgado a nuestro prócer. Sus imágenes en el recuerdo fueron acompañadas por un guaraní cerrado que no logramos descifrar, aunque no resultó nada difícil sentir la felicidad que con la mirada nos obsequió.

Para hacernos a la idea nos ubicamos sobre la actual Avenida Mariscal López que corre en el mismo sentido que antes el ancho de su territorio. En aquellos años la extensión era de 3 kilómetros y hoy comprobamos que es de menos de 100  metros. Y de las 100 hectáreas el gobierno les ha quitado 97,5.Reducidos en su propio lugar por alambrados de púa y muros de piedra de casi dos metros, siguen en lucha por recuperar parte de sus territorios." Acá nosotros vivimos no se cuantos años ya, demasiado mucho. Yo nací acá y era monte, yuyar, pocas casas. era grande. Artigas nos dio 100 hectáreas ,el era un hombre bueno, hombre que sabe todas las cosas. El tiene a su lado un hombre negro de Uruguay: Ansina. Ellos dos murieron acá. Yo de él sé todo lo que escuche. Mi tío estaba hablando con mi mama de mi abuela y lo que ella dijo de su compañero Artigas. Pero ya nos robaron lo que es nuestro y dejaron poquito, chico, nada. Pero es de nosotros. Hay alambres pero del  otro lado es de nosotros también"



LA PIQUETA FATAL

En los últimos cien años el refugio de negros ha  sufrido procesos drásticos de cambios entre los cuales, además de la quita de tierras, encontramos en interacción a hombres y mujeres kamba con quienes no integran la comunidad, la alfabetización, el trabajo en la ciudad, la mestización de sus integrantes. De ellos Medina ha sido protagonista y hoy rescata algunos y guarda una sola esperanza: no perder la identidad y conservar la tradición." Vinieron acá y dijeron 'vamos a civilizar' y ahí todo cambió. Nuestra gente tuvo que irse a trabajar a Asunción porque sin tierras acá no había que hacer y el hambre volvió .Lo bueno es que ahora ya hay quien lee, no es como nosotros que no leemos nada. Hoy también cambio, los negros se mezclaron, mi hija se caso con ese ojo azul y la otra con un blanco alto. Eso no importa si es que ellos quieren lo de nosotros. Ahora lo que no quiero es terminar los negros, porque se termina también con nuestra tradición. Pero hija de Santiago tiene dos hijos bien negros, y hay más. Así que me parece que esto no se va a terminar del todo. No va a terminar porque ellos deben luchar".







                                                                                               



                                  

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