Que tu dios te perdone.

Yo homosexual  existo
Tú homosexual  existes
Él/ Ella homosexual  existe
Nosotros/ Nosotras homosexuales  existimos
Vosotros/ Vosotras homosexuales  existís
Ellos/ Ellas homosexuales  existen

Por: Marina Morelli Núñez.

Publica el Semanario Brecha que: Con una inversión de unos 200 mil dólares, la Iglesia Católica de Montevideo se zambulló en el mundo de las comunicaciones. El nuevo canal web, Icm TV, es tan sólo una pequeña parte de su nueva estrategia multimedios, que cuenta con la asesoría de la Universidad de Montevideo. La institución incursionará en el dictado de un curso de educación sexual a distancia. Sus contenidos se basarán en “la ley natural” que establece que el “matrimonio es entre el hombre y la mujer” y “los homosexuales, como tales, no existen”. El vocero de la Iglesia Católica explicó por qué, de acuerdo a su visión: "Nadie nace homosexual, nacés hombre o mujer. Podés tener una tendencia fuerte a la homosexualidad o heterosexualidad, pero la esencia es nacer varón o mujer". En cambio, señala el vocero, en la ideología de género se sostiene "erróneamente" que cada uno elige ser varón o mujer. "La inmensa mayoria tiene una tendencia hacia personas del sexo opuesto. Pero hay un grupo de personas -y no lo desconocemos- que tiene tendencias de atracción sexual con el mismo sexo. De todas formas constitutivamente no son homosexuales, son varones o mujeres". Pablo Coimbra dijo que se combatirá ideológicamente la llamada "nueva agenda de valores" y la "ideología de género" que se instaló en Uruguay en la última década y que tuvo como resultados visibles la ley de matrimonio igualitario y la ley de salud sexual y reproductiva, entre otros temas.

El combate a lo distinto, al pensamiento que difiere del propio, al accionar que no me incluye y a aquellas personas que no son parte de las torpes fronteras inventadas o mi diminuta existencia, constituye una foto nítida de la persona o institución que se lanza al bélico desafío, pero lo que es más importante aún, es una fuerza retardataria  a la convivencia democrática. Este último resulta un concepto que de tan interesante, cada tanto conviene regresar a él.

Y dos por tres  la valía del regreso no está en el recoveco del pie de página, sino en la intimidad de cómo cada quien ha logrado o está en franco camino a desaprender el desprecio, el  temor y la violencia inculcada.

El combate a la pobreza, a lo injusto, a la censura, a la desigualdad social,  al tráfico de personas, al ejercicio arbitrario de cualquier forma de poder, a la impunidad, a los sistemas de opresión, entre tantas otras mierdas que inundan la contemporaneidad, constituyen un gran esfuerzo personal y colectivo. Lo maravilloso de estos combates  radica en la gozadera que los mueve, y tal vez ¿porque no?, en que habrá mejor mañana y en él quienes podrán decir al cabo que hubo personas que en otro tiempo creyeron que otra realidad era posible.

El combate en sí mismo no es un problema, y con seguridad la diferencia  nada sutil entre una y otra forma, radique en el odio o en el amor que, respectivamente,  lo pone y sostiene en movimiento. 

Pensando en el caso judicializado en 2007, de aquel sacerdote salesiano que pertenece a la Iglesia Católica Apostólica Romana en el Uruguay, el mismo que contagió por vía sexual de una hepatitis B y C a una señora con quien además se manejaba en el expediente tuvo una hija, me incliné a buscar información sobre su paradero que presumí lejano a la Iglesia. Y para mi sorpresa encontré su nombre y teléfono en la propia web (http://iglesiacatolica.org.uy/guia-eclesiastica/clero-religioso/) de la iglesia uruguaya al día. También pensé en los casos de abuso sexual de Cerro Largo y cuando el obispo de Melo y Treinta y Tres, Monseñor Heriberto Bodeant, dijo a El País que la Iglesia uruguaya "ya sabía antes de que se tomara estado público" sobre tres casos de curas pedófilos.  Y como para seguir pensando, llegó a mi recuerdo el de aquel cura salteño que vivía en frente a una plaza de juegos para niños y cuando un periodista del Diario LA REPUBLICA le preguntó  sobre la veracidad de las acusaciones de abuso sexual  contra más de doce niños y niñas  de diversas edades que había cometido en el poblado boliviano de Tapacarí, respondió  “son ciertas. Es lo que te puedo decir…; sabés una cosa: estoy muerto”.  Llegó a mi recuerdo la denuncia de 2007 contra un sacerdote jesuita de la Compañía de Jesús, que partió de la familia de un joven de 18 años  y aparecieron algunos casos de adolescentes de 17 años, siempre varones, que habían sido víctimas de abusos similares. Pensé en éste caso porque acreditado el abuso se lo redujo al estado laical, pero también se lo autorizó a seguir cumpliendo tareas internas en alguna comunidad de la orden jesuita, como para tenerlo cerquita y no extrañarlo.  Recordé también el cura de Cerro Chato contra quien de estudia la denuncia que tocaba genitales a los niños y a los adolescente les cambiaba sexo por comida, y una vez trasladado a Italia, invitó y llevo a una de sus víctimas para continuar en tierras europeas el abuso. También recordé al argentino miembro de la congregación Pobres Siervos,  descubierto en Salto el año pasado cuando sale a la luz que había abusado de al menos cinco niños y  adolescentes de entre 11 y 16 años pidiendo sexo a cambio de dinero o comida.  Y pensé en esos hechos y otros más,  y confieso que por un momento la tentación me condujo  a hilar ideas sobre lo que haría con doscientos mil dólares y esa cantidad de vidas destrozadas en Uruguay y de comunidades que requieren apoyo para sanar heridas. Igual me salve de esa tentación, ¿ quién soy yo para pensar en que invertiría ese dinero?. No son mis curas pedófilos, no son mis parroquias, no son mis fieles ni es mi plata. Gesto desubicado si lo hay, andar inmiscuyéndose en finanza ajena.

En definitiva, cada quien elige su combate, y respetar esa elección es parte de convivir en una sociedad como la nuestra. 

En definitiva bis, cada quien elige su combate y debe hacerse cargo de esa nítida fotografía que generamos en los demás.  

No seré quien se inmiscuya en el combate de la iglesia uruguaya  con la cual no tengo nada que ver, excepto porque  me asumo pecadora ante tu Dios  y me salvo de los fuegos de tu hoguera, por la suerte de la cronología que me hizo nacer con unos siglos de atraso. Agradezco en este contexto, la sinceridad del vocero de la iglesia, por hacer público el inicio del combate y ofrecer gratuitamente y sin vueltas, un negativo de la fotografía institucional, como para que cada quien la ponga en el portarretrato que se le antoje. Hasta sabemos hoy, que la Iglesia Católica uruguaya  lo inicia con la no despreciable suma de 200 mil dólares de inversión.

Si no estuviera en juego la salud sexual y reproductiva, asumo que en mí despertaría  hasta cierta rara especie de ternura, saber que impartirán cursos de educación sexual a distancia, quienes creen que una adolescente virgen quedó embarazada por obra del espíritu santo cuando una paloma blanca le sobrevoló.

Si no estuvieran en juego los derechos humanos, asumo que me movería al divertimento que de arranque la premisa sea que los homosexuales no existen. Algo así como que no existen y como no existen yo los combatiré. Todo muy raro, y además mal negocio –cosa en la que se ha especializado la iglesia- sobre todo considerando que los homosexuales contraen matrimonio, a mi personalísima percepción, incluso más que los heterosexuales.

Si no estuvieran en juego la construcción de una sociedad más igualitaria y justa, pienso que hoy me estaría haciendo un festín con el mejunje producto de la ignorancia de quienes ni siquiera pueden discriminar con nivel escolar, entre los conceptos de sexo, género y orientación sexual. 

Si no estuvieran en juego  tanta violencia y desprecio,  estoy casi segura que ofrecería gratuitamente un taller para generar conocimiento que les permita saber que nada más lejos de constituir el género una ideología, que se trata de un enfoque metodológico y se utiliza en las ciencias sociales como categoría de análisis y perspectiva. 

Si no estuviera en juego tanta cosa junta,  el asombro por las declaraciones del vocero de la iglesia uruguaya habría durado lo que demora la lectura del titular.

Gracias a los dioses y diosas,  a las piedras, a los brujos y a las brujas, a los astros, a la suerte y a la vida, hace ya algunos años que aprendí, que si de combate se trata, conviene saber, que existen algunos que de tan vulgares tienen sellada la suerte de su derrota.



P.D.  A ahorrar maldiciones, que me olvidé de escribir, que tu dios a mí, también me ama.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Repudio total a las manchas de la iglesia

De la nube a la realidad

El sistema también mata.Pero nunca lo podemos encarcelar.

Documental Colonia Etchepare

El Amor de una buena Mujer.