¿Nadar contra la corriente?



FUENTE: BRECHA 07 SEPTIEMBRE 2012 

De: JULIO MARENALES


Asistimos al crecimiento económico de la sociedad capitalista dependiente uruguaya. Al menos por ahora. A los muy ricos les va muy bien. Las clases medias protestan porque están exigidas impositivamente. Algo de razón tienen.
Comparativamente pagan más que los muy ricos. Pero igual no les va mal.
El gobierno de la fuerza policlasista Frente Amplio tiene preocupación por los pobres y los más pobres. Se ha creado nada menos que un ministerio para el tema. Es realmente verdadera la afirmación de que se gobierna para el pueblo. Lo dicho anteriormente lo confirma –entendiendo como pueblo a todos los sectores referidos–. Sabemos que en la sociedad presente, de “democracia burguesa” al decir de los marxistas, los sectores subordinados de la sociedad están a merced de la buena o mala voluntad de los que gobiernan.
Para poner un ejemplo, un poco lejano: vemos en Francia lo que hizo Sarkozy o en Grecia los que estuvieron y los que ahora están (que no son los mismos) en el gobierno. O un ejemplo más cercano: lo que hizo Menem en Argentina. De paso digamos que los sectores subordinados son la amplísima mayoría en cualquier país del mundo. Y eso incluyendo los experimentos político-sociales de Cuba y Venezuela, que apoyamos plenamente. 
Somos muchos los que intentamos contribuir a un cambio profundo de la sociedad. En realidad, un cambio civilizatorio, nada menos. Pero esos muchos, con toda evidencia, hemos resultado insuficientes. Incluyendo también a los millones del ex campo socialista y también a los del experimento chino, que no sabemos ni vislumbramos cuánto de aporte harán para la construcción de una vía de transición hacia una nueva civilización “más humanista”.
La insuficiencia no es tanto numérica como intelectual, por lo menos en los campos político-sociales.
No sabemos cómo es la cosa en otras latitudes, pero en el experimento progresista uruguayo, en donde está incluida la izquierda como protagonista, y que es lo que más o menos conocemos, estamos convencidos de que la cuestión no es falta de capacidad intelectual, sino de olvido de las ideas de cambio civilizatorio. 
Las responsabilidades asumidas en la gestión de gobierno, debido al éxito electoral, han absorbido todo el esfuerzo intelectual de los militantes de izquierda. Unos porque precisamente son “gestionantes”, y los otros por las preocupaciones político-electorales para tratar de mantener la permanencia en el gobierno.
Pero la cuestión más grave, a nuestro entender, es que desapareció –principalmente en los militantes con experiencia político-social– la preocupación por el debate y la profundización del tema de la acumulación antisistema, de la búsqueda de fundamentos objetivos para la construcción de esa vía de transición a la cual nos referíamos. Dicho todo esto de manera muy esquemática y reconociendo, para no ser injustos, que hay excepciones, pero que precisamente por ser excepciones son una absoluta minoría.
En los experimentos que tuvieron su inicio en ese formidable episodio histórico que fue la revolución rusa de 1917 no nos fue bien. 
A nivel de nuestras modestas fuerzas y capacidades intelectuales, debiéramos en Uruguay hacer el esfuerzo de reflexionar sobre estos temas. La tarea de construir una sociedad incluyente, sin subordinaciones, es verdaderamente gigantesca. Lo más antiguo que se conoce es el “ordeno y obedezcan”. Viene desde los antiguos sumerios, de casi 3 mil años antes de nuestra era. Es la gran correntada. ¿Será posible nadar contra la corriente?

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