Arrancaron el placer y lo convirtieron en dolor

FUENTE: blog CULTURA, PODER Y FEMINISMO

Por Inma Mora Sánchez

Hoy, 6 de febrero, es el día mundial contra ablación. Se calcula que en el mundo hay entre 100 y 140 millones de mujeres y niñas han sufrido la mutilación genital femenina y que, cada año, la sufren dos millones de niñas y adolescentes. Según han publicado hoy algunos medios, 10.000 niñas en España están en riesgo de sufrir la ablación.

Me cuesta mucho escribir sobre este tema. Creo que a cualquier mujer le duele el cuerpo entero al hablar o pensar en la ablación. Los hombres sólo tienen que imaginarse el dolor que supondría la amputación del pene. Duele sólo pensarlo, ¿verdad?

Duele mucho. Sin anestesia. Sin haber dejado la infancia aún. Duele.

Al hablar de la mutilación genital femenina, se hace imposible que se nos venga una imagen mental. Y esa imagen mental es horrible. Cuesta escribir sobre el tema, cuesta reflexionar, cuesta ver las imágenes que nos llegan por televisión. Aún hay cosas que nos siguen impactando – o eso quiero creer-.

Cuesta entender, sobre todo, por qué sucede algo así. Por qué empezó a practicarse esta tortura tan grande y qué significado tenía y aún tiene hoy.

La Organización Mundial de la Salud define la ablación como: “todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos y otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos. No tiene ningún efecto beneficioso para la salud y perjudica de formas muy variadas a las mujeres y niñas.

Como implica la resección y daño del tejido genital femenino normal y sano, interfiere con la función natural del organismo femenino. Es una práctica muy dolorosa que tiene varias consecuencias inmediatas y a largo plazo para la salud, entre las que se encuentran las dificultades para el parto, con los consiguientes peligros para el niño [o la niña].”

En el boletín este mes de febrero de la OMS, se ha publicado un estudio sobre la mutilación genital femenina en África occidental, llevada a cabo por un grupo de investigación de la Universidad de Yale. A través de las encuestas realizadas a mujeres de África entre 2005 y 2007, se ha calculado el porcentaje de mujeres y niñas que han sido sometidas a la ablación y se han analizado algunas de las creencias que aún existen en torno a ella.

Según este estudio, la mutilación genital femenina aún sigue muy presente en de África occidental. Sin embargo, existen muchas diferencias entre países: mientras que en Sierra Leona el 94% de las mujeres y niñas han sufrido la ablación, en otros países, como Ghana, Níger y Togo el porcentaje es inferior al 6%.

Es interesante destacar también un dato que nos da un poco de esperanza: en Burkina Faso se experimentó una gran reducción ente las madres (74%) y las hijas (25%) que habían sido sometidas a la ablación.

Hoy, en todos los medios de comunicación, se han repasado todos estos datos y muchos más. Pero, a veces, creo que estamos tan acostumbradas y acostumbrados a escuchar cifras, porcentajes y estadísticas, que no somos muy conscientes de la magnitud y relevancia que tienen. Cuando hablamos de violencia, de violación de derechos humanos y de temas tan importantes como la ablación, los números y los datos son completamente necesarios para entender, analizar y atacar el problema. Sin embargo, no hablamos de números. Hablamos de personas. De mujeres y niñas a las que les han robado el derecho a poseer su cuerpo, a disfrutar de su cuerpo. A tener una vida sana.

Pero, ¿por qué?

Los motivos por los que se practica la ablación varían mucho dependiendo de cada región o país, aunque casi siempre se unen a creencias y tradiciones difíciles de eliminar. Por un lado, hay creencias muy extendidas relacionadas con la salud y la fertilidad. Por otro, las que unen la mutilación genital femenina a factores sociales, como el matrimonio o a la virginidad.

Todos estos “motivos” están relacionados con muchas de las teorías feministas que han intentado llegar al origen de la desigualdad de género: el sistema patriarcal en el que vivimos se basa en el control de la sexualidad de las mujeres.

¿Por qué hay tanto miedo a que disfrutemos del sexo?

En todas las sociedadades, nuestros cuerpos han sido mercancía, han sido vendidos, fragmentados y violados. A las mujeres se nos ha privado del derecho a decidir sobre nosotras mismas. Se nos ha obligado a ser vírgenes y a no disfrutar con el sexo.

La ablación es otra forma de control sobre las mujeres. Es una de las miles de formas de violencia que sufren las mujeres en el mundo y que demuestra cómo la sociedad, la cultura y la religión nos han privado, tantas y tantas veces, del derecho a poseer nuestros propios cuerpos. A disfrutar de él, a valorarlo, a quererlo y a poder decidir, libremente, sobre él.

La mutilación genital femenina es, seguramente, uno de los ejemplos más radicales de esta privación. Uno de los ejemplos más dolorosos…

¿Qué podemos hacer?

La información y la educación son dos factores fundamentales para eliminar la ablación. Las mujeres tienen saber que la mutilación genital, lejos de ser un beneficio para la salud, es todo lo contrario.

Desde la ONG World Vision, se ha lanzado la campaña #stopablación que tiene como objetivo luchar contra la mutilación genital femenina en Malí, país en el que 9 de cada 10 niñas es mutilada. Su proyecto se basa en ofrecer información y educación a mujeres y niñas, para que, de este modo, conozcan las consecuencias físicas y psicológicas de la ablación.

Os dejo algunos enlaces interesantes de la campaña en las que se puede encontrar mucha información sobre el tema y algunas historias muy esperanzadoras:



“Si analizamos por qué las mujeres sufren agresiones, la multitud de formas de violencia que las mujeres padecen, ya sean los crímenes en nombre del honor o la mutilación genital, todos ellos se basan en la idea de que las mujeres no deben controlar su sexualidad”  Charlotte Bunch

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