“Los argentinos necesitamos volver a creer en la Justicia”

Fuente: Página12

Por: Mariana Carbajal

Esta semana, un tribunal condenó a los responsables del secuestro y sometimiento a la prostitución de Marita Verón. Aquí, su madre reivindica el fallo, pero advierte que los jueces deben capacitarse para entender el delito de trata. Los sentimientos, la búsqueda que sigue.


Después del fallo que se conoció el martes con condenas de hasta 22 años, quedó desgastada de tanto hablar del tema, y sin ánimo. Su médico le recomendó reposo, pero es difícil imaginarse a Susana Trimarco aminorar la marcha en esta lucha tan dolorosa que lleva desde hace más de una década en la búsqueda de su hija, Marita Verón. Antes de la entrevista con Página/12, pide un ratito para tomar un té que le acaricie la garganta. “Todos los medios quieren que hable, pero me debilita mucho. Me empieza a doler la espalda. Siento como si me hubiera pasado un camión por encima”, dice, con pesar, porque sabe que no puede aflojar ni un poquito. Hace diez días se cumplieron 12 años desde que se llevaron a Marita. Las fechas la conmueven más. “Otro año sin mi hija”, dice Trimarco. Y la tristeza y el vacío tan grande que la abruman se cuelgan en sus palabras. “Los jueces se tienen que capacitar, tienen que entender bien que el delito de la trata es complejo, que viola los derechos humanos. Muchos jueces, todavía, siguen con el pensamiento de que las mujeres se van porque son unas putitas, porque quieren ser prostitutas. Este nuevo fallo ha sido un ejemplo no solo para la Argentina, sino también para el mundo”, destaca, durante la charla. No obstante, sigue enojada con la Justicia. “Es una vergüenza que no me dé respuesta, que la que la está buscando a Marita sea yo”, sigue, ahora con esa firmeza en la voz tan característica en su persona. No pierde esperanzas, de todas formas, de encontrar a su hija y verla nuevamente abrazarse con Mica, la nieta de Trimarco. “Como madre e hija, es lo que más quiero en la vida”, dice, y al decirlo, parece que se desinfla.

La nueva sentencia de la Justicia tucumana que condenó a diez de los imputados a penas de entre 22 y 10 años por el secuestro y el sometimiento a la prostitución de Marita le dio cierta tranquilidad, luego del vergonzoso fallo de 2012 que había dejado el caso impune. “Me conmovió el alma, el corazón, pensar que conseguí al menos un poquito de justicia por mi hija y por las víctimas que declararon en el juicio. Los jueces corruptos –que integraron el tribunal que absolvió a los imputados– permitieron que a esas chicas se les diga prostitutas, putas, que las amenazaran, que me escupieran a mí, permitieron todo”, recuerda, con indignación.

Aquel fallo, sin embargo, tal vez por la repercusión mediática y política que tuvo, generó que “mucha gente”, desde alguna cárcel, se comunicara con la Fundación María de los Angeles, que Trimarco fundó y encabeza, para dar información, pistas, indicios, para seguir buscando a Marita.

–¿Considera que son creíbles esos testimonios? –le preguntó Página/12.

–Sí. Algunas cosas son coherentes. Se está investigando. Desde la (ex) Ufase –el organismo de la Procuración General de la Nación dedicado a perseguir el delito de trata–, con Marcelo Colombo (su titular) y con Gendarmería, estamos trabajando con algunos datos bastante sólidos. Pero es muy triste que pasen los años y los años y no la encuentre a Marita. Mica sigue creciendo. Ella necesita a su mamá.

Trimarco tira su bronca contra la Justicia, que tantos años le dio la espalda. “No hace las cosas bien. No buscan a una persona como la tienen que buscar. Y no solo a Marita. Hay muchos casos de jóvenes desaparecidas. Si una madre o padre no están bien firmes, bien parados, impulsando la causa, no avanza, queda en la nada”, observa.

El nuevo fallo fue ordenado por la Corte Suprema de Justicia tucumana, que aceptó la apelación presentada por fiscales y querellantes, resolvió que se condene a los acusados y ordenó fijar el monto de la pena al tribunal integrado por Emilio Páez de la Torre, Dante Ibáñez y Juana Juárez. “Los jueces se tienen que capacitar, tienen que entender bien que el delito de la trata es complejo, que viola los derechos humanos –sostiene Trimarco–. Muchos jueces, todavía, siguen con el pensamiento de que las mujeres se van porque son unas putitas, porque quieren ser prostitutas. Este nuevo fallo ha sido un ejemplo no solo para la Argentina, sino también para el mundo. Me han llamado para saludarme, para darme apoyo de México, Holanda, España, Alemania, Estados Unidos, hasta de Irak, entre otros países. Quiero que los jueces sostengan la prisión de los condenados, porque si los sueltan van a seguir haciendo lo mismo, como se vio luego del fallo de 2012, cuando quedaron todos libres.”

–¿Cómo se explica que con las mismas pruebas otro tribunal tucumano haya encontrado inocentes a todos los ahora condenados?

–Quedó muy claro que el primer juicio estaba vendido. La Chancha Ale, hoy detenido, fue el que puso la plata. El es el responsable del secuestro y la desaparición de Marita junto con los hermanos Rivero (María Jesús y Víctor, absueltos también por la Corte tucumana). Ale cayó por una causa de lavado de activos, tráfico de armas y trata de personas. Ahora tiene un embargo de 60 millones de dólares. Pagó 6 millones de dólares por el juicio, porque si alguno hablaba, sabía que él iba a caer. Por eso los jueces –Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano– se hicieron los sordos, los mudos y los ciegos.

–¿Cuál es el mensaje del nuevo fallo?

–Para las víctimas, que tengan la plena seguridad, que se animen a hablar, que tienen que hacer valer sus derechos a la vida, a la libertad, que no se dejen arrebatar sus vidas con amenazas de las mafias que operan las redes de trata, que denuncien. Para los delincuentes, que los vamos a seguir persiguiendo. Vamos a hacer un segundo juicio contra la hermana de Daniela Milheim, contra la enfermera que le consiguió el turno a Marita en el hospital el día que desapareció, entre otras personas. El mensaje para la Justicia, para otros jueces, es que se tienen que capacitar. Los argentinos necesitamos volver a creer en la Justicia, en la policía. Es cierto que los delincuentes entran por un lado y salen por el otro. La inseguridad que hay es por eso. Le echan la culpa a las autoridades, pero es verdad lo que dice la Presidenta: los jueces no hacen lo que tienen que hacer.

–¿En estos años se han descubierto grandes redes de tratantes o solo pequeñas bandas?

–Esta red que se llevó a mi hija era una gran red de trata. Operaba incluso a nivel internacional, fuera del país, en Bolivia, Chile, República Dominicana, España. Abarcaba provincias como Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires. La comandaba la Chancha Ale.

–¿Cree que Marita estuvo en España?

–Sí, porque varias chicas tucumanas fueron llevadas a España. En diciembre, una señora me entregó una carta de su hermana, que había estado 13 años en ese país. La había llevado la banda de la Chancha Ale (para ser explotada sexualmente). Resulta que tuvo una enfermedad terminal, la dejaron tirada en un hospital, y unas monjitas que la cuidaron la ayudaron a regresar a la Argentina. Volvió en julio de 2013 y falleció unos meses después. Esa mujer me escribió una carta antes de morir y me dijo que la busque a Marita en España.

–¿La connivencia policial es una excepción o parte del sistema que favorece la existencia del delito de la trata?

–Por supuesto que en 2002, cuando se llevaron a mi hija, estaba muy claro todo lo que hacía la policía provincial para que nosotros no encontráramos nada cuando la buscábamos. La complicidad de algunos corruptos sigue estando, aunque no con la magnitud de aquellos años. Por la Gendarmería y parte de la Policía Federal me saco el sombrero. Pero hay corrupción en las fuerzas de seguridad aunque no podemos meter a todos en la misma bolsa. Se va corrigiendo (el problema) sobre la marcha. La lucha que he tomado sobre mis hombros ha servido de algo. Ha ayudado. Antes estaban cebados. La Argentina ha dado pasos importantes: tenemos una ley de trata, hay dependencias especializadas en las fuerzas de seguridad. El Estado argentino se hizo cargo de este delito, principalmente la presidenta Cristina y antes Néstor Kirchner. Cristina, que es una mujer increíble, está pendiente de que el Estado responda por el daño a las víctimas y ella sabe que lo voy a hacer como madre. Soy una madre desgraciada que le ha tocado esto. Voy a poner mi alma en que jueces, policías, autoridades, sigan persiguiendo a estos delincuentes. Todavía me queda un largo camino.


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