Mujeres, las valientes - Guatemala -

Por:  Alejandro Flores.

Me amarro los dedos para no escribir del racismo que chorrea por los foros electrónicos negacionistas o del regular clavito que a nivel internacional están haciendo los del CACIF. Hay demasiadas cosas buenas e importantes en estos días como para perder la rarísima oportunidad.

Total, solitos ellos demuestran lo ridículos que son. Hay tantas emociones, tantas lágrimas, tanto trabajo, tanta valentía. En estas semanas ha salido lo más profundo del país, del mundo entero. Y no me refiero a lo malo, sino todo lo contrario.

Sin embargo, sí quiero iniciar a partir de una de tantas cosas hilarantes enunciadas por los negacionistas. Algo que al principio me pareció sumamente jocoso y que no me aguanto dejarlo pasar. Me refiero a la amenaza que el feminismo provoca y que al parecer tiene muy preocupados a ex-militares y empresarios aglutinados en la Fundación contra el Terrorismo. Cuando vi lo que decían no dejé de reír por varios minutos. Después no dejé de compartir el chiste con amigos. Pues, es que dicen que tienen miedo del feminismo porque resta fuerza a la “virilidad y el patriotismo de los varones como tales en las Naciones Occidentales (sic)”.

Pero en el fondo algo de razón tienen, ya que éste es un tiempo de grandes mujeres. Y qué les puedo decir a estos militares y empresarios si evidentemente una conjunción de fuerzas femeninas ha cambiado el rumbo de la historia del país. Y qué les puedo decir si el poder de los gritos, la descalificación, la patanería, el abuso y la misoginia que demostró la bigotuda defensa no pudo hacer nada para detener a estas imparables mujeres.

Y claro que estos militares y empresarios se han de sentir amenazados si la virilidad y la hombría en el mundo occidental estaba encarnada en la misoginia, en el uso de la violencia, el abuso de las armas y los músculos, las violaciones y asesinatos. Al valiente lo imaginan estos militares y empresarios como un mostachón de sombrero que a diario le debía pegar a su esposa por no someterse a su histérica gritería, por no quedarse callada ante las amenazas de machetazos. El valiente y el patán para estos militares y empresarios son exactamente la misma cosa, independientemente de si se visten como finqueros o como chafarotes.

Y me puedo imaginar que lo más insoportable para estos “valientes” ha de ser ver a las mujeres ixiles contando sus testimonios y señalando ante la mirada del mundo entero el actuar de los genocidas. ¿Cuándo la mujer indígena tuvo voz para señalar a estos patanes en Guatemala? Para estos “valientes”, las mujeres indígenas deben hundirse aún más profundamente en la humillación por el sometimiento de los vestigios del racismo colonial. Pero estas mujeres no se dejaron; son mujeres que han contribuido mucho más para hacer de este país un sitio mejor en el mundo que esa bola de patanes y gritones.

Mi sueño es que el futuro esté en las manos de este tipo de mujeres. Creo que ellas son quienes tienen la sabiduría y la fuerza suficientes para enseñarnos a ser diferentes. El nuevo mundo lo están construyendo mujeres como las ixiles, como Claudia Paz y Paz, Yasmín Barrios, Myrna y Helen Mack, Irma Alicia Velásquez, Rigoberta Menchú, Rosalina Tuyuc, Jean Marie Simon, Clara Arenas, Kate Doyle, Liz Oglesby, Deborah Levenson, Marta Elena Casaús, Ana María Cofiño y cientos de mujeres más de diversos orígenes raciales y culturales que no tengo la suerte de conocer o que se escapan de mi memoria en este momento. Mujeres que están acá para enseñarnos a luchar incansablemente por lo que es justo, por la dignidad, por una mejor forma de ser humanos. Si mi sueño llega algún día a materializarse, el siglo que viene ya no será más de “valientes” finqueros y generales; ése será el tiempo de grandes mujeres. La valentía ya no es lo que era. Y, ciertamente, así es mejor.

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