Mujeres que en lugar de pedir permiso, imponen su propia existencia.

Y es que para allá arriba, estas máquinas de placer y de trabajo que son los cuerpos de las mujeres, incluyen las instrucciones de ensamblaje que el sistema dominante les asigna.

Si un ser humano nace mujer, a lo largo de su vida debe recorrer un camino que ha sido construido especialmente para ella.

Ser niña. Ser adolescente. Ser mujer joven. Ser adulta. Ser madura. Ser anciana.

Y no sólo desde la menarca hasta la menopausia. El capitalismo ha descubierto que en la infancia y la ancianidad también se obtienen objetos de trabajo y placer, y para la apropiación y administración de esos objetos tenemos “Gobers Preciosos” y empresarios pedófilos en todas partes.

La mujer, dicen allá arriba, debe caminar por la vida implorando perdón y pidiendo permiso por y para ser mujer.

Y andar un camino lleno de alambre de púas.

Un camino por el que hay que transitar arrastrándose, con la cabeza y el corazón pegados al suelo.

Y aún así, a pesar de seguir las instrucciones de ensamblaje, ir recolectando arañazos, heridas, cicatrices, golpes, amputaciones, muerte.

Y buscar a la responsable de esos dolores en una misma, porque en el delito de ser mujeres viene incluida la condena.

En las instrucciones de ensamblaje de la mercancía “Mujer” se explica que el modelo debe tener siempre la cabeza gacha; que su posición más productiva es de rodillas; que el cerebro es prescindible y, no pocas veces, su inclusión es contraproducente; que su corazón deber alimentarse con frivolidades; que su ánimo debe sostenerse en la competencia contra su mismo género para atraer al comprador, ese cliente siempre insatisfecho que es el varón; que su ignorancia debe alimentarse para garantizar un mejor funcionamiento; que el producto tiene la capacidad de automantenimiento y mejora (y para eso hay una amplia gama de productos, además de salones y talleres de hojalatería y pintura); que no sólo debe aprender a reducir su vocabulario al “sí” y el “no”, sino, sobre todo, debe aprender cuándo debe decir estas palabras.

En las instrucciones de ensamblaje del producto llamado “Mujer” se da la garantía de que siempre tendrá la cabeza baja.

Y de que, si por algún defecto de fabricación involuntario o premeditado, alguna levanta la mirada, entonces la implacable guadaña del Poder le cercena el lugar del pensamiento, y la condena a sólo andar como si ser mujer fuera algo por lo que hay que pedir disculpas, y para lo que hay que pedir permiso.

Para cumplir con esta garantía hay gobiernos que suplen su falta de cerebro con las armas y los sexos de sus policías; y, además, estos mismos gobiernos tienen manicomios, cárceles y cementerios para las mujeres “descompuestas” irremediablemente.

Una bala, un tolete, un pene, una reja, un juez, un gobierno, en fin, un sistema le pone, a la mujer que no pide disculpas ni permiso, un letrero que reza “Fuera de Servicio. Producto No Reciclable”.

La mujer debe pedir permiso para ser mujer, y se le concede si lo es según lo indicado por las instrucciones de ensamblaje.

La mujer debe servir al hombre, siempre siguiendo esas instrucciones, para ser absuelta del delito de ser mujer.

En la casa, el campo, la calle, la escuela, el trabajo, el transporte, la cultura, el arte, la diversión, la ciencia, el gobierno; las 24 horas del día y los 365 días del año; desde que nacen hasta que mueren, las mujeres enfrentan este proceso de ensamblaje.

Pero hay mujeres que lo enfrentan con rebeldía.

Mujeres que en lugar de pedir permiso, imponen su propia existencia.

Mujeres que en lugar de implorar perdón, exigen justicia.

Porque las instrucciones de ensamblaje dicen que la mujer debe ser sumisa y andar de rodillas.

Y, sin embargo, algunas mujeres hacen la travesura de caminar erguidas.

Hay mujeres que rompen las instrucciones de ensamblado y se ponen de pie.

Hay mujeres sin miedo.

Dicen que cuando una mujer avanza, no hay hombre que retroceda.

Depende, digo yo desde mi machismo reloaded, mezcla de Pedro Infante y José Alfredo Jiménez.

Depende, por ejemplo, si el hombre está frente a la mujer que avanza.

Mi nombre es Marcos, tengo el defecto individual de ser hombre, macho, varón; y la virtud colectiva de ser los que somos, las que somos zapatistas.

Como tal, como tales, confieso que me asombra y maravilla ver a una mujer levantarse y ver saltar, rotas en pedazos, las instrucciones de su ensamblaje.

Es tan hermosa una mujer de pie, que da escalofríos el sólo mirarla.

Y escuchar es eso, aprender a mirar…

Salud a estas mujeres, a nuestras compañeras presas y a las que aquí se congregan.

Salud a su no tener miedo.

Salud a la valentía que nos contagian, a la convicción que nos transmiten de que si no hacemos nada para cambiar este sistema somos cómplices de él.

Desde la Otra Ciudad de México.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Mayo del 2006.

FUENTE: Palabras de la Comisión Sexta del EZLN para el acto público Mujeres sin Miedo. Todas somos Atenco, 22 de mayo del 2006.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Repudio total a las manchas de la iglesia

De la nube a la realidad

El sistema también mata.Pero nunca lo podemos encarcelar.

Documental Colonia Etchepare

El Amor de una buena Mujer.