Por: Marina Morelli Núñez A la mirada del sistema, nuestro amor de buena mujer, debe ir acompasado a la enseñanza de una cultura hegemónica que nos etiqueta, adjudicando roles, títulos y precio. Si la humana decide vivir su sexualidad plenamente y no como mera servidora, no escapará a ser etiquetada de puta. Aunque en esta sociedad, putas siempre somos todas en algún momento de nuestras vidas. Si regresamos tarde, la pollera es corta, el divorcio es la salida, el pantalón muy justo, te emborrachaste, te fuiste a vivir sola, cambiaste de trabajo, pariste sin marido, te gusta bailar, en fin... siempre habrá un macho padre, jefe, hermano, profesor, cónyuge o vecino por ahí, dispuesto a decir de vos, que sos tremenda puta. Si cumpliste cuarenta años y te atreviste a desobedecer el mandato matrimonial, seguramente seas para tu barrio, la solterona o la lesbiana. Si tomaste la decisión de no ser madre, caerán sobre tu existencia las peores maldiciones, y seguramente la e
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