DECONSTRUIR EL DERECHO. Por Dra. Marina Morelli Nuñez

Existe en nuestra sociedad una resistencia generalizada a aceptar que la aplicación de la ciencia jurídica puede provocar la muerte social de las humanas. No obstante, abogadas/os, fiscales, decisoras/es tienen potencialmene esa capacidad, y lamentablemente a menudo la ejercen con los sórdidos cuidados de la impunidad.

El peligro inminente se alimenta con la complicidad prodigada desde dentro y fuera del ámbito jurídico. Generaciones de profesionales del Derecho transitan los estudios universitarios sin adquirir conocimientos específicos sobre los derechos humanos de las humanas. Las instancias académicas de capacitación post doctorales no son obligatorias ni suelen no profundizar lo suficiente al respecto.

Si un médico interviniera quirúrgicamente sin tener la especialidad para ello, podría finalizar sus días en la cárcel. Si causare la muerte de alguna persona, al hacerse público el hecho despertaría la indignación colectiva habilitando discusiones sobre ética, experiencia y materias curriculares. Nada de esto acontece tratándose de profesionales del Derecho que intervienen sin estar capacitados para hacerlo, lo que sucede cuando el tecnicismo que la ciencia jurídica exige a sus operadores se diluye en seudo fundamentos y seudo argumentos a la hora de cautelar derechos de las mujeres.

La doble moral patriarcal se impone a través de interpretaciones tendenciosas, desajustadas y mediocres, aun cuando las leyes sean claramente protectoras. Así es como, aún sin malas intenciones, se afecta diariamente a miles de mujeres que recurren al sistema de justicia nacional en búsqueda de protección a sus derechos. Quienes creemos que la ciencia jurídica es una herramienta útil a esos efectos, creemos también que la realidad exige el compromiso de ir más allá del caduco concepto de victimización secundaria para adjudicar responsabilidades.

Coadyuva a nefastos resultados la naturaleza androcéntrica del Derecho vigente, dotado de mecanismos legitimados para excluir a las mujeres disfrazando la injusticia e inequidad, que sí integran la currícula universitaria.

Contemporáneamente, nos encontramos ante un sistema de normas que fortalece las relaciones asimétricas de poder y un imaginario colectivo que sacraliza la normatividad y la conecta con el valor o principio de la justicia, lo que provoca avasallamiento de los derechos humanos de las humanas.

Si frente a ese panorama las mujeres insistiéramos en la insolencia, no habría sacralidad suficiente para detener la transformación necesaria. Quien persiga la justicia, quien entienda que no alcanza la titularidad de los derechos sino que hace falta el efectivo goce de los mismos, no debe conformarse con introducir la perspectiva de género en el Derecho. El compromiso radica en deconstruir todos y cada uno de los institutos jurídicos para proceder a su reformulación, redefiniendo de manera inclusiva los derechos, contemplando la especificidad dentro de la diversidad.

Esto puede suponer un proceso de frecuentes frustraciones, pero nosotras ya sabemos que "los grandes derechos no se ganan con lágrimas...". Así se podría hacer camino para que un día tengamos un sistema de normas digno de las uruguayas, respecto de las que la interpretación sea un mecanismo sin desajustes y no abunden quienes se atrevan al ensayo y error con los derechos de las mujeres. Podremos decir al cabo que hubo mujeres que en otro tiempo creyeron que otra realidad era posible. Para ese día, debemos comenzar a trabajar hoy.